
DE JESUS, CON CARIÑO
11 subscribers
Similar Channels
Swipe to see more
Posts

De Jesús, con cariño: El tapiz Cada suceso de la vida de una persona, cada pensamiento, cada decisión, cada expresión de amor y cada interacción con otro ser humano se asemeja a un hilo de un tapiz. Día tras día, los hilos oscuros y los claros se entretejen, en muchos casos, al parecer, sin orden ni concierto. Sin embargo, al final forman una imagen. Al contemplar ahora el tapiz de tu vida, veo que es hermoso. Todas las cosas buenas —la felicidad y las satisfacciones, el amor que diste y recibiste, las vidas que se enriquecieron gracias a ti— son los hilos claros. Las hebras oscuras son las dificultades y desencantos, las pruebas y las lágrimas. Son necesarias para que los hilos claros destaquen. Además, confieren al tapiz color e intensidad. Nadie jamás tejió un tapiz como el tuyo. Nadie habría podido, pues tu vida es singular.

De Jesús, con cariño: Estoy siempre a tu disposición Vuélvete a Mí en tu soledad. Te quiero entrañablemente y estoy siempre a tu disposición, a cualquier hora en que me necesites. Soy tu compañero constante, tu mejor amigo. Cuando pienses que nadie se preocupa por ti, y no halles amor en ninguna parte, es hora de que te recuestes en Mis brazos y halles paz en Mí. Cuando desfallezcas y te sientas incapaz de seguir adelante, pon la mira en Mi rostro y me verás sonreírte, pues te quiero tal como eres. Cuando te angusties o te sumas en la frustración, acude a Mí: seré tu compañero perfecto. Cuando tengas la sensación de que nadie entiende las dificultades que atraviesas, ven a Mí a toda prisa. Yo siempre te comprendo. Inclina tu corazón hacia Mí, y satisfaré cada una de tus necesidades. En esos momentos íntimos que pasemos juntos nuestro vínculo se estrechará y adquirirá más profundidad de la que podría tener cualquier amor o relación terrenal. De esa unión conmigo nacerá la felicidad, la satisfacción y la alegría más cabales y perdurables que hayas conocido.

De Jesús, con cariño: Empatía Algo clave para entender a los demás es ponerse en su lugar. Cuando estuve en la Tierra hice eso por ti. Experimenté en carne propia las vicisitudes de la vida. Me cansaba, me enfermaba, me sentía solo o descorazonado. Me pasó todo lo que te pasa a ti. Habiendo vivido todo eso, estoy en condiciones de identificarme contigo, de ayudarte y consolarte como necesitas que lo haga. Ese mismo principio debes aplicar tú en tus relaciones con los demás. Aunque no puedes cambiar del todo tus circunstancias como hice Yo, sí puedes proyectarte mentalmente y ponerte en el lugar de tus semejantes. Por ejemplo, antes de pedir a alguien que te haga un favor que a ti te parece muy sencillo y fácil, reflexiona: ¿Lo verá de la misma manera esa persona? O si alguien está un poco alterado o indispuesto, pregúntate qué puede estar ocasionando en él o ella esa agitación o malestar. Esa ruta es mucho más segura que dar por sentado que la otra persona percibe y ve las cosas igual que tú. Ponte en el pellejo de los demás. Así los comprenderás mejor y te resultará más fácil brindarles apoyo cuando la situación lo amerite. Seguidamente, adapta tus expectativas y tu presentación de acuerdo con las circunstancias. Los demás se darán cuenta de que captas cuáles son sus necesidades o inquietudes y de que has tenido en cuenta sus limitaciones. Eso, a su vez, contribuirá a una mejor convivencia y relación. La empatía genera unidad de pensamiento y objetivos, algo que a todos les resulta grato.

De Jesús, con cariño: Sin condiciones No te amo por lo que eres ni por lo que dejas de ser. No te amo por la clase de persona que eres. No te amo por lo que haces ni por lo bien que lo haces. No te amo porque hayas pecado poco o metido la pata con poca frecuencia, ni por las veces que has obrado con acierto. Te amo porque sí, sin condiciones. Aunque esa verdad resulte difícil de entender, cuando la captes toda tu vida cobrará un nuevo significado y mayor profundidad. Descubrirás una nueva realidad. En ti hay plenitud porque se te ama. Eres libre porque se te ama. Eres capaz de amar verdaderamente a los demás porque se te ama plena e incondicionalmente. No decidí amarte a causa del amor que me profesas ni de lo que haces por Mí. Te amé desde antes que existiera nada de eso, desde antes de tu primer aliento. Me encanta que me digas que me amas y que hagas realidad ese amor acercándote a Mí en oración. Me halaga que me ames y quieras complacerme. Pero aun cuando ese amor que tienes por Mí pierde fuerza o se ve asfixiado por los afanes de la vida, el amor que Yo siento por ti permanece intacto. Mi amor por ti nunca disminuye. Nunca estoy muy ocupado para ti.

De Jesús, con cariño: El don de amar más Amar al prójimo es algo natural para Mí, y cuando me recibes, ese amor se convierte en parte intrínseca de ti. Si bien Yo te dispenso ese amor libremente, es responsabilidad tuya llevarlo a la práctica y aplicarlo. ¿Cómo? Paso a paso, realizando un acto de amor seguido de otro y luego de otro. Puedes manifestar Mi amor a los demás de múltiples maneras: perdonando, siendo amable, teniendo misericordia y consideración, interesándote por los demás, procurando comprenderlos, dirigiéndoles palabras de amor y de ánimo, prodigando elogios, deteniéndote a conversar con alguien y prestarle oído, poniéndote en el lugar de otra persona, ayudándola a sobrellevar sus cargas, haciendo algo por ella cuando menos lo espera o lo merece. Cada vez que te interesas por los demás y traduces ese interés en gestos de amor, te pareces un poquito más a Mí. Cada vez que manifiestas Mi amor, te es retribuido. Si demuestras más amor, Yo te lo compensaré con creces: verteré Mi amor sobre ti en mayor medida para que tengas más para disfrutar y compartir. «Dad, y se os dará»1. Ese es el principio por el que me rijo: cuanto más das, más recibes. 1 Lucas 6:38

De Jesús, con cariño: El factor Dios Casi todas las personas del mundo pasan apuros económicos en uno u otro momento. Algunas, sin embargo, lidian mejor con ellos que otras. Las circunstancias no suelen ser el factor determinante; la cuestión de fondo es más bien a quién recurren. El secreto para superar las penurias económicas es en realidad el mismo que para superar cualquier otra dificultad: hacer lo que está dentro de tus posibilidades, y luego confiar en Dios. Hace siglos dije a Mis discípulos: «Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios»1. ¡El factor Dios puede cambiar todo el panorama! Cuando se aplica el factor Dios, lo imposible resulta posible, ya que la fe en Dios y en Sus promesas anula toda imposibilidad. He aquí algunas promesas en las que puedes depositar tu confianza: «Dios suplirá todo lo que os falta conforme a Sus riquezas en gloria»2. «Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá»3. «Buscad primeramente el reino de Dios y Su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas»4. Todo lo que tiene el Padre es Mío también. Eso significa que todas las riquezas del universo están a Mi disposición. Te quiero mucho, y me preocupan tu felicidad y tu bienestar. Empieza por hacer lo que puedes y aplica luego el factor Dios, pidiéndome que intervenga y haga lo que a ti te resulta imposible. 1 Marcos 10:27 2 Filipenses 4:19 3 Marcos 11:24 4 Mateo 6:33

De Jesús, con cariño: Ponme a prueba Si no me conoces bien, quiero hacerte una propuesta: En vez de tratar de entenderme, ¿qué te parecería darme una oportunidad de mostrarte la verdad? No solo te indicaré la diferencia entre el bien y el mal y te daré buenos consejos, sino que te revelaré verdades sobrenaturales. La mente humana es incapaz de captar todo lo que soy. Eso es algo que se indaga y se comprende con el corazón. ¿Por qué no compruebas por ti mismo si existo de veras y si soy «el camino, la verdad y la vida», tal como enseñé a Mis primeros discípulos?1 ¿Por qué no me pones a prueba? Acepta Mi amor y Mi presencia, y verás lo que puedo hacer por ti. Puedo llegar a ser tu mejor amigo y confidente. Te puedo ayudar cuando algo te salga mal y necesites apoyo. Puedo trocar tu tristeza en alegría y convertir tus fracasos y errores en bellas experiencias. Una vez que me invites a formar parte de tu vida, nunca te abandonaré. ¡Es una promesa solemne! Siempre te amaré y velaré por ti, pase lo que pase, por muchas faltas que cometas y muchos quebrantos que sufras. Después que te conectes personalmente conmigo y a medida que vayas profundizando en lo que he revelado en la Biblia —y sobre todo en los Evangelios—, irás descubriendo verdades puras y vivificantes. En ese libro he incluido un mensaje personal para ti. Si quieres comenzar a recibir todo lo que te ofrezco, no tienes más que abrirme tu corazón e invitarme a entrar.

De Jesús, con cariño: Piensa en el gorrión... Sigo con la mirada al gorrión mientras revolotea buscando alimento y dónde anidar. Yo lo conduzco a un lugar de reposo, y él confía en Mí. No se preocupa por lo que no tiene. Se dedica a lo suyo y confía en que Yo proveeré para sus necesidades. Aunque los gorriones son pequeños y numerosos, Yo los conozco a todos y velo por ellos. Me acuerdo y cuido de cada uno. Tú tienes para Mí mucho más valor que todos los gorriones juntos. Si me preocupo tanto de esos pajaritos que parecen insignificantes, ¿no me preocuparé también de ti? Conozco tus cuitas y entiendo tus temores. Estoy para infundirte fe y responder a tus oraciones. Pero es preciso que confíes en Mí como hace el gorrioncito. A él no lo ves aleteando frenéticamente, sumido en el pánico. Vive tranquilo y en paz, sabiendo que no le quito los ojos de encima y que lo cuidaré como cuido de todos los Míos. Tengo también la mirada puesta en ti, y estoy siempre listo para prestarte asistencia. Así que confía en Mí, ¿de acuerdo? Que sea Yo quien se preocupe.