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Todo el día compartiendo la palabra de Dios
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Lo que significa creer en el Señor Jesús ¿Cree usted que Jesucristo es el Hijo de Dios y que dio su vida por usted? Juan 3.16-18 El apóstol Pablo dijo a su carcelero: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hch 16.31). El carcelero y su familia aceptaron la invitación y se unieron a la familia de Dios. La fe salvadora tiene tres componentes: conocimiento, convicción y confianza. Hoy, nos enfocamos en el conocimiento. Para creer en Jesucristo como Salvador, es necesario saber quién es Él, qué logró y por qué lo hizo. ¿Quién es Jesucristo? Él es divino: Dios el Hijo. El Señor Jesús dejó a un lado sus derechos divinos, tomó forma humana y habitó en la Tierra (Fil 2.6, 7). ¿Qué logró Él? Vivió una vida perfecta, cualificándose para ser nuestro sustituto; su muerte en la cruz abrió el camino al perdón y la paz con Dios. ¿Por qué tuvo que morir? Porque no podíamos salvarnos por nosotros mismos, ya que nuestras “buenas obras” están contaminadas por nuestra naturaleza pecaminosa. Al confiar en la obra de Cristo, nos convertimos en miembros de su familia. Entender y aceptar las respuestas a estas preguntas es clave para tener una creencia correcta, pero el conocimiento por sí solo no puede llevar a la salvación. También debe haber convicción y confianza, de lo cual hablaremos mañana. BIBLIA EN UN AÑO: SALMOS 29-34


LA FE SALVADORA Ha aceptado usted el regalo de la salvación que el Señor Jesucristo ofreció con su muerte? Si no lo ha hecho, puede decir “sí” ahora mismo. Juan 1.12, 13 Ayer vimos los criterios esenciales para tener una creencia correcta. Centrémonos ahora en los elementos restantes de la fe salvadora. El conocimiento de quién es Cristo y qué hizo debe ir acompañado de la “convicción” de que es verdad y se aplica a nosotros: Debemos reconocer que hemos infringido la ley de Dios. Reconocer que nuestros esfuerzos no ganan su favor. Aceptar que Cristo murió por el mundo. Creer que su muerte es el pago por nuestras faltas. Aceptar que Él pagó nuestra pena y soportó el castigo. Aceptar por fe que hemos sido adoptados en la familia de Dios gracias a la muerte expiatoria de Cristo. Cuando estamos convencidos de que Cristo es nuestro Salvador, la “confianza” se demuestra con acciones. Como nueva creación (2 Co 5.17), ya no somos los mismos. Jesucristo tiene autoridad sobre nuestra vida y merece ser nuestra prioridad. Él sabe lo que agrada al Padre y ha enviado al Espíritu Santo para vivir en nosotros y enseñarnos. Tómese un tiempo para examinarse en busca de evidencias de conocimiento, convicción y confianza. Ore agradeciendo al Padre celestial por la verdadera fe salvadora, o pidiéndole el regalo de esa gracia (Ef 2.8, 9).


Disfrutar del banquete de la Palabra de Dios El Espíritu Santo ilumina la Palabra de Dios para todos los que quieran conocer la verdad. 1 Pedro 2.2, 3 ¿Alguna vez ha visto comer a un bebé? Los pequeños, con hambre, agarran el biberón y saborean su leche tibia. Sin embargo, llega un momento en que esa leche ya no sacia por completo su apetito, abriendo así un abanico de nuevas opciones culinarias. El pasaje de hoy compara a los nuevos creyentes con los bebés “[deseen], como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada” (1 P 2.2). Usted no le daría bistec a un recién nacido, ¿verdad? De igual manera, los nuevos creyentes deben empezar con verdades bíblicas simples y, a medida que crecen, asimilar principios más profundos. Los creyentes no están solos al intentar entender las Sagradas Escrituras, de la misma manera que no se espera que los bebés preparen su propia comida. El Espíritu Santo, que mora en los seguidores de Dios, ilumina la Palabra. Además, según 1 Corintios 12.28, Dios ha provisto predicadores y maestros para enseñar y aclarar, motivando a los creyentes a crecer en su fe y a cumplir el propósito de la Iglesia de alcanzar a los perdidos. La Palabra de Dios es un banquete para nuestro corazón, mente y espíritu. Esta es una mesa festiva donde siempre encontraremos sustento ilimitado. BIBLIA EN UN AÑO: SALMOS 39-43
