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Motivación para tu día 🌄 Buenas vibras ✴️ Consejos🧠
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La música tiene el poder de transformar nuestras emociones y nuestra perspectiva. Una sola melodía puede ser la chispa que necesitamos para encontrar la fuerza y la motivación para seguir adelante, o puede ser la gota que colma el vaso y nos hunde en la tristeza y el sufrimiento. Es como si cada nota y cada vibración tuvieran la capacidad de resonar dentro de nosotros, evocando emociones y sentimientos que pueden ser intensamente felices o profundamente dolorosos. La música puede ser un reflejo de nuestra alma, un eco de nuestras experiencias y emociones. Pero, ¿qué sucede cuando la música nos toca el corazón? ¿Qué sucede cuando una melodía nos hace sentir vivos, conectados y presentes? En ese momento, la música se convierte en algo más que solo un conjunto de notas y ritmos. Se convierte en una experiencia que nos transforma, que nos hace sentir y que nos conecta con algo más profundo y significativo.

Como un torero que se enfrenta a la muerte, pongo mi vida en el ruedo del amor. Sin importar los riesgos, sin importar las heridas, sin importar las consecuencias. Porque el amor es un desafío que requiere valentía, que requiere entrega, que requiere poner el alma y la vida en juego. Y es en este ruedo donde se juega todo, donde se gana o se pierde. Pero no importa, porque el amor es un juego que vale la pena jugar, aunque sea con la vida misma. Porque en el amor, se encuentra la verdadera vida, la verdadera pasión, la verdadera razón de ser. Es un acto de fe, un salto al vacío, un abismo de incertidumbre. Pero también es un acto de libertad, un grito de rebeldía, un canto de alegría. Porque cuando se ama, se vive de verdad, se siente de verdad, se existe de verdad. Y aunque el amor pueda doler, aunque pueda herir, aunque pueda matar, también puede curar, puede sanar, puede resucitar. Porque el amor es la esencia de la vida, la fuente de la pasión, el motor de la existencia.

Hay quienes caminan con el alma expuesta, sin aprender a levantar muros. Ven belleza en lo simple, en lo roto, en lo efímero. No saben callarse cuando la verdad quema en la garganta, ni mirar hacia otro lado cuando el dolor ajeno se vuelve insoportable. Luchan, a veces en silencio, a veces gritando, con la arriesgada certeza de que vale la pena ser honestos en un mundo que premia la mentira. Pero son los primeros en sangrar. La vida no es amable con quienes sienten demasiado, con los que sostienen la antorcha aun cuando el fuego les quema las manos. A ellos se les usa, se les hiere, se les deja atrás sin mirar. Y sin embargo, siguen de pie. Porque aunque sus propias virtudes sean la daga que se clava en su espalda, el mundo sería un lugar más oscuro sin ellos.

Cuando nos detenemos a observar con atención, comenzamos a notar que estamos rodeados de una serie de energías que nos envuelven. Cada persona, cada espacio, cada objeto emite una energía única que podemos percibir si estamos dispuestos a prestar atención. Algunas personas irradian una energía vital y positiva, mientras que otras pueden parecer más apagadas y pesadas. Pero, ¿qué sucede cuando nos damos cuenta de que también nosotros emitimos una energía propia? ¿Qué tipo de energía queremos compartir con los demás? La respuesta a esta pregunta puede ser reveladora. Puede que nos demos cuenta de que nuestra energía es un reflejo de nuestros pensamientos, emociones y acciones. Puede que nos demos cuenta de que tenemos la capacidad de influir en la energía que nos rodea, de elevarla o de bajarla.

Se puede caminar solo, pero también se puede caminar acompañado. La soledad y la compañía son dos estados que se pueden experimentar en cualquier momento del camino. La forma en que abordamos la presencia de otros en nuestro camino puede ser reveladora. ¿Los vemos como rivales o como compañeros de viaje? La respuesta a esta pregunta puede influir en la forma en que avanzamos y crecemos. La vida es un camino complejo y multifacético. Cuando se comparte con otros, se pueden descubrir nuevas perspectivas y significados. Pero también es importante reconocer que cada persona tiene su propio camino y su propia velocidad. En última instancia, el camino que elegimos recorrer es nuestro propio. Sin embargo, la forma en que interactuamos con los demás puede enriquecer o empobrecer nuestra experiencia. Reflexionar sobre nuestra relación con los demás puede ser un paso importante en nuestra propia evolución.

Amor Por el amor se lucha, se pelea y no se renuncia a él. En el verdadero amor se encuentra comunicación, y aunque también haya peleas, quien ama de verdad y se entrega por completo aprenderá a vivir con indiferencias y conflictos. Porque, claro, no todo puede ser color de rosa. Cuando de verdad se llega a amar es cuando conoces el infierno que lleva tu pareja y estás dispuesto a vivirlo juntos, porque sabes que no se van a detener. A pesar de las cosas que no nos gusten, es más poderoso todo lo bueno, y eso malo nunca va a ser suficiente como para dejar todo. Muchos tienen un dicho: "Si amas a alguien, déjala ir". Te digo que quien ama y deja ir es porque es un cobarde. Nadie va a abandonar a alguien donde ha encontrado a su naranja, y si muchos buscan a su media naranja para sentirse completos, no buscan a una naranja completa para que ambos hagan naranjada...TODA LA VIDA...

El querer pronto puede acabar, El amor no conoce final. -Jose Jose

Quién no se conoce a si mismo, como pretende conocer a alguien más 🤔

Eres única, valiente, inteligente y fuerte. No te conformes con cualquiera que piensa en solo tu figura y lo bonita que eres.

Detalles, para muchos insignificantes. ¿Por qué? Quizás porque no nos damos cuenta de la importancia que tienen en nuestra vida cotidiana. Ver, escuchar y notar lo que le importa a la otra persona es un acto que requiere atención y presencia. Pero, ¿qué sucede cuando no lo hacemos? ¿Qué sucede cuando nos enfocamos solo en nosotros mismos y olvidamos que los demás también tienen historias, sentimientos y necesidades? Cuando reflexionamos sobre la importancia de los detalles, podemos darnos cuenta de que son un reflejo de nuestra capacidad para conectar con los demás. Son un recordatorio de que la vida no se trata solo de nosotros mismos, sino de las relaciones que construimos y las conexiones que hacemos. Pero, ¿cómo podemos aprender a valorar estos detalles? Quizás sea cuestión de practicar la atención y la presencia en nuestras interacciones cotidianas. Quizás sea cuestión de recordar que los demás también tienen historias que contar y sentimientos que compartir. Al hacerlo, podemos descubrir que los detalles no son tan insignificantes después de todo.