*No debía llamarte* No debía llamarte, me lo dije mil veces con los labios mordidos, con la voz sofocada entre almohadas húmedas y la garganta hecha un nudo de espinas. No debía buscarte, pero la noche es un campo de batalla donde cada estrella lleva tu nombre y cada sombra murmura tu voz. El silencio me grita que aún te quiero, y el eco de tu ausencia es más fuerte que mi orgullo. No debía escribirte, pero mis manos te recuerdan como si aún sostuvieran las tuyas, como si mis dedos no supieran hacer otra cosa que deletrear tu piel sobre la nada. Te extraño con una desesperación que ni siquiera la rabia puede apagar. No debía pensarte, pero ¿cómo olvidar a quien fue hogar? ¿Cómo enterrar a alguien que sigue latiendo en cada rincón de mi pecho? Te llevaste tus promesas, pero dejaste tus huellas como heridas abiertas que ni el tiempo se atreve a cerrar. No debía amarte tanto, porque ahora el vacío es insoportable, porque mi reflejo en el espejo parece un fantasma de lo que fui contigo, porque cada vez que cierro los ojos te veo, te siento, y juro que aún escucho tu risa desmoronándose dentro de mí. No debía llamarte, pero aquí estoy, con el teléfono en la mano y el alma deshecha, mirando un número que aún sé de memoria, deseando que por una vez seas tú quien rompa este maldito silencio.