*⭑𔘓⭑⇝* [2] Cuando te conocí, creía haber hallado un diamante en bruto. Una persona única, con cualidades inigualables y una brillantez excepcional. Un ingenio destacado, una personalidad magnética. Los días fueron pasando, y este magnetismo conectó conmigo como nunca antes me había sucedido. Era como si cada hueco que yo tuviese pudiera ser rellenado por tu mera existencia. Como si cada herida pudiera ser curada con tus atenciones, con tu cariño aparentemente genuino. Me sentía completa. Arreglada. Creía haber encontrado una solución al eterno dilema de la no-pertenencia. Que finalmente alguien me entendía, y que veía mi interior logrando apreciar cada pequeño detalle y matiz. Hasta que ese mensaje me quitó la venda de los ojos. Tu máscara cayó, y no hubo retorno. Logré percatarme de tu meticulosa manipulación. Tu retorcida manera de mantenerme pendiente, preocupada por tu indiferencia, de sentirme culpable por mi manera de expresar lo que siento. Comprendí que el 28 era mi perdición, una clara señal de alerta de tu verdadera naturaleza. Y que debía alejarme. Pero... estaba tan involucrada, tan herida, agotada, tan decepcionada pero al mismo tiempo atrapada, que ya no supe cómo salir. Tenía miedo de alejarme, y de herirte de la misma manera en que tú lo hiciste conmigo. –Chiara Ferrari.