Yo antes de ti era feliz, vivía en un mundo tranquilo, sin sobresaltos ni abismos, con un corazón que latía sereno, sin tormentas que lo estremecieran. Nunca pensé que un hombre, con su risa como canto de sol y su mirada como noche estrellada, pudiera romper el cristal de mi calma y despertar en mí una tempestad. Eras un extraño en mi universo, un viajero que no buscaba puerto, y yo, con mi corazón blindado, miraba de lejos, sin saber que tu presencia traería un cambio que jamás podría prever. Antes de ti, no entendía las palabras que hablan de pasión, esas que los poetas gritan al cielo cuando el alma arde como carbón. Yo era un río sin caudal, una llama que no conocía el calor, un lienzo sin colores esperando al pintor. Pero llegaste como un rayo en la noche, rompiendo la quietud de mi existir. Tus palabras eran luces encendidas, tus gestos, la promesa de un porvenir. Intenté ignorarte, cerré las ventanas, pero el eco de tu risa resonaba en cada esquina de mi alma, como una melodía que no podía resistir. Descubrí en tus ojos historias que nunca imaginé, un océano profundo, infinito, donde quise naufragar sin temor. Cada palabra tuya era un verso, cada mirada, un poema sin fin, y en tus silencios encontré respuestas a preguntas que ni sabía que vivían en mí. Yo, que juré no depender de nadie, que pensé que la soledad era mi aliada, me encontré buscando tus manos, tu risa, tu aroma, como si fueras el aire que necesitaba. ¿Quién era antes de ti? A veces me lo pregunto, pero al recordarlo, sólo veo un reflejo incompleto, una sombra de lo que soy contigo. Pero los días no siempre fueron dulces, las luces que encendiste comenzaron a arder, y aquello que una vez fue refugio se convirtió en un peso difícil de sostener. Tus ojos, que antes eran hogar, ahora son un abismo al que temo mirar, y tus palabras, antes melodías, se tornaron cuchillos que no dejan de cortar. Intenté quedarme, lo juro, intenté salvar lo que parecía perdido, pero el amor, cuando se quiebra, es un cristal que nunca vuelve a ser unido. Tú te alejaste, quizás sin querer, o tal vez fui yo quien dejó de correr. Y ahora, en el eco de lo que fuimos, me pregunto si alguna vez fui suficiente para ti. Hoy camino con las manos vacías, el corazón pesado, y aunque intento recordar los días en que fui feliz contigo, es el dolor lo único que se queda a mi lado. Antes de ti, yo era feliz, pero contigo aprendí lo que es llorar, lo que es querer con todo el alma y perder todo al final. El amor me enseñó a vivir, pero también me enseñó a morir un poco, y aunque jamás pensé que un hombre podría marcar mi vida así, ahora sé que antes de ti, y después de ti, no volveré a ser la misma.