💞⭑ 𝐋𝐀 𝐂𝐇𝐎𝐙𝐈𝐓𝐀 𝐃𝐄𝐋 𝐑𝐎𝐋   '    ֎
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March 1, 2025 at 04:05 AM
ㅤ ㅤ 𓉸ㅤ ㅤ⸝ㅤ @𝖾𝗏𝖾𝗇𝗍𝗈 ⸝  ᅟᅟᅟ ⫶ 𝗵𝗲𝗮𝗿𝘁𝘀 *&* 𝗵𝘂𝗴𝘀. ᅟᅟᅟ ⦂ᅟᅟ m/m, boys love, amor obsesivo, dios y su devoto, audiencia general. ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎       ׄ    ◢     ͏   𝘀𝗮𝗻 𝘃𝗮𝗹𝗲𝗻𝘁𝗶𝗻ㅤ͏ ͏   ׄ    Yamato Endou fue catalogado como un prodigio desde muy temprana edad… sin embargo, más que eso, era un artista, en toda la extensión de la palabra. Estando en sus veintes, su vida no había cambiado mucho a como era su versión más joven; seguía estafando mujeres con su apariencia seductora y consiguiendo grandes cantidades de dinero por medios poco convencionales, todo con el mismo fin. Fuera de eso, el cuarto que utilizaba como estudio personal en su no tan humilde departamento, cada vez lucía más angosto de tantas piezas con las que lo llenó, todas dedicadas a su persona “especial”. Esa noche se sentía bastante inspirado, así que se colocó sus grandes audífonos bluetooth y subió el volumen al máximo. Sus gustos musicales variaban en función de su estado de ánimo y de la imagen que quería plasmar en sus lienzos. Y en ese momento, tenía una idea muy específica en su mente. Al ritmo de la música de _Sergei Rachmaninoff_, comenzó a trazar una gran cantidad de bocetos a grafito en hojas sueltas, para después, mover sus manos a la tela blanca que sostenía su viejo caballete. _Takiishi Chika, el chico de su misma edad que conoció en una noche de su infancia, seguía siendo su musa, su adoración, su deidad y su única razón para respirar. Un dios en el cuerpo de un mortal que a cada paso que daba emanaba con la delicadeza y gracia de un fuego fatuo pero que cuando se encontraba en el campo de batalla parecía como si danzara con la muerte, reluciendo con intensidad y con la capacidad de destrucción de un incendio._ _Llamar “enamoramiento” a lo que él sentía por el hombre de cabellos color lava, le parecía bastante insulso, esa palabra no bastaba para describir exactamente todo lo que su divinidad significaba para él. Estaba seguro, que nació con el único propósito de conocerlo, de venerarlo y de ser testigo de la belleza que irradiaba el pelirrojo en su máximo esplendor; anhelaba con pasión el llegar a sentir en su carne propia el fuego abrasador que desprendía, más y más de cerca, hasta que le permitiera tocarlo, quemarse y ser consumido por él, no se quejaría si pudiese morir en sus brazos._ _Desde la noche en que de manera fortuita decidió escapar de casa y pasearse por un parque abandonado, cuando quedó maravillado con el aura que rodeaba al niño que se paseaba en lo más alto de los delgados tubos de metal de uno de los juegos, como la habilidad de una bailarina de ballet, iluminado por la luna llena, cubierto de restos de sangre ajena por todo su cuerpo, con su mirada color oro, tan estoico y majestuoso; supo que había algo especial en él. En el instante en que se perdió en la imagen de un ser superior, ya no fue capaz de apartar su mirada e hizo todo lo posible por permanecer a su lado, aún si el otro no era capaz siquiera de verlo o de recordar su nombre._ _Yamato era una persona sumamente excéntrica, con la habilidad de usar su cerebro para obtener todo lo que deseara, todo, excepto la reciprocidad o el afecto de Takiishi. El dinero que conseguía siempre fue dedicado a satisfacer las necesidades y deseos de su musa, lo que empezó como un simple entretenimiento, terminó por convertirse en su rutina. Ropa, uñas, zapatos, accesorios, comida, hasta llevarlo a vivir a su departamento, se encargó de proveerle absolutamente de todo, aun cuando nunca se lo pidió y ni siquiera se lo agradeció, y aquello no le importaba menos._ _Sin importar el paso de los años, Chika siempre tuvo un carácter imperturbable, que difícilmente mostraba emoción alguna, era como una suave llama que sólo cuando algo captaba su atención avivaba su brillo, hasta arrasar con todo a su alrededor. Endou entendía perfectamente que una creatura tan magnífica como él fuese de ese modo, egoísta y viviendo en su propio mundo, no era un ser humano común y corriente, sino, no hubiese captado su atención desde un principio. De las pocas veces que logró que un tenue brillo iluminara sus iris dorados fue cuando aceptó acompañarlo hasta una tienda de dudosa licitud, donde hacían tatuajes, el joven devoto quería hacerse algo sencillo en sus nudillos, más no esperaba que su adoración estuviera tan interesado en ver cómo impregnaban tinta en una piel que ni siquiera era suya._ _Sobra decir que, después de ese día, volvieron a ese sitio en varias ocasiones, con el único fin de que Takiishi se deleitara viendo cómo lo tatuaban… así, con el paso de los años terminó con un sinfín de diseños por toda su espalda, su pecho, sus brazos, hasta el símbolo del infinito que lucía orgulloso en la garganta, no le importaba, no sentía dolor alguno, porque su mejor anestesia, era ver la expresión alegre de su dios cuando lo taladraban con la aguja._ _Un escalofrío recorrió todo su ser al recordar el momento en que Chika le pidió que eligiera un diseño para finalmente tatuarse él mismo, algo que adornaría su piel virgen, blanca y perfecta por primera vez. Sus dedos de inmediato se dirigieron a su hombro izquierdo, ahí, yacía el tatuaje que él mismo dibujó, en una madrugada con una gran dosis de café en su sistema y un poco de polvos mágicos. Diseñó un boceto que era la representación de su deidad en su máximo esplendor, un símbolo que representaría una huella eterna de su poder, que después él mismo se tatuó a escondidas en su propio cuerpo. Aquel tatuaje era su premio de consuelo, que los uniría a ambos, hasta el momento de su muerte._ Volvió ligeramente su vista hacia atrás, en su estudio, había un montón de pinturas cubiertas de un sinfín de tamaños y alguna que otra escultura. Incluso si otras personas habían captado su atención, siempre volvía a la añoranza de pasar la brocha por la tela; carmín, rubí, cereza, granate, todos los tonos de rojo eran sus favoritos porque eran los colores que representaban su obsesión; no había dicha más grande en su ser que utilizar sus pinceles para detallar cada pestaña, cada cabello, cada rasgo del rostro de Takiishi, para inmortalizar su figura. ¡Era tan cautivador! Que sus iris aqua se perdían en su mundo de ensueño con cada pincelada, llenando su atuendo de tenues manchas rojizas, mezcladas con dorado y blanco. Y de un momento a otro, su frente fue ligeramente estampada en contra de su lienzo. ───Oye. Te estoy hablando. ───El joven artista de revoltosos cabellos azabaches pestañeó un par de veces, quitándose los audífonos y dándose vuelta, con el flequillo lleno de pintura, observó a su musa frente suyo, con una expresión de molestia y ante ello, sólo fue capaz de sonreír con sutileza. ───Lo siento, no pensé que regresarías temprano, ¿te divertiste con ese sujeto? ───Hace apenas un par de años atrás, Takiishi se enfrentó a puño limpio contra un hombre al que Endou detestaba con todo su ser, del que tan sólo recordar su nombre le daba náuseas. Aún si fue un espectáculo digno de atestiguar, ese tipo tan horrendo logró que su deidad cambiara, era el único ser en el planeta que era de su interés, a quién le mostraba expresiones que ni en sus más locos sueños haría para él, provocando un hoyo en su estómago, alimentado por celos y desesperación───. ¿Qué deseas? Sólo pídelo y lo haré. Cualquier cosa. La gente normal diría que Yamato era un ser patético y masoquista, al pasar más de diez años con una persona a la que le entregó su alma, sus pensamientos y su cuerpo si así lo deseaba y no obtener lo mismo a cambio, no obstante, estaban en un error, porque de alguna forma, sus plegarias fueron escuchadas. Las cálidas yemas de los dedos de Chika sostuvieron las mejillas del pintor, acariciando ligeramente su piel, provocando que sus mejillas ardieran; su mirada se clavó con intensidad en él, haciéndolo estremecer de puro placer. Los labios de su dios apenas se despegaron para hablar. ───Yamato Endou ───. Su nombre, su nombre había sido bendecido con el simple hecho de ser pronunciado por aquella boca. Su razón de existir lo estaba mirando, sólo a él y a nadie más que a él y eso era lo único que necesitaba para seguir respirando───. Tengo frío ───. Eso fue suficiente para que el más alto entendiera sus indicaciones, le estaba dando permiso para dormir con él y no dudó en dejar absolutamente todo para limpiarse y acompañarlo. Su obra de arte se quedó incompleta, su relación iba cambiando con la misma rapidez que el transcurso de las estaciones. La figura de Chika ya no parecía tan lejana y solitaria como en un inicio, sino que se encontraba más cerca de los mortales, en un sitio, donde sí lo podía llegar a alcanzar. ‎ ‎ ‎ ‎
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