Sanar no es una carrera, ni una meta que tienes que alcanzar en cierto tiempo. Sanar es un proceso, como aprender a nadar. 🏊‍♀️✨ Piensa en esto: la primera vez que entraste en el agua, ¿cómo te sentiste? Tal vez te dio miedo 😰, porque el agua era inmensa y tú demasiado pequeñ@. Tal vez tu instinto fue salir corriendo, porque tu cabeza decía: “¡Esto es peligroso!” Pero con el tiempo, aprendiste que el agua no estaba ahí para hacerte daño, sino para sostenerte.🌊 La sanación funciona igual. Cuando empiezas a mirar lo que duele, al principio asusta😱. Queremos que el dolor desaparezca rápido, que todo se “arregle” en un abrir y cerrar de ojos. Pero el dolor no funciona así (spoiler 👉 no hay varitas mágicas). No es un enemigo. Es un mensajero. Y hasta que no lo escuchamos, sigue llamando nuestra atención.💙 Si alguna vez te has sentido atrapad@ en una emoción, sin saber cómo salir de ella, no significa que estés fallando. Significa que estás aprendiendo. A veces, el mayor avance no es correr hacia adelante, sino quedarte quiet@ y dejar que el agua te enseñe a flotar.😊 Sanar no se trata de luchar contra las olas, sino de aprender a moverte con ellas. 🏄‍♀️🏄 Así que si hoy sientes que tu proceso es más lento de lo que esperabas, respira. No estás estancad@. Estás aprendiendo a confiar en ti.😇 Si esta reflexión resonó contigo, respóndeme en privado. Me encantará leerte.🤍✨ Con Munay, Priscila 💖🤲