En la vida, todos enfrentamos momentos de dificultad, incertidumbre y cansancio. A veces, las cargas que llevamos pueden parecer abrumadoras, como si el peso del mundo estuviera sobre nuestros hombros. Sin embargo, hay una invitación constante a confiar y descansar en algo más grande que nosotros mismos. Echar nuestras cargas sobre Jehová es un acto de fe y humildad, un recordatorio de que no estamos solos en nuestro camino. Cuando decidimos entregar nuestras preocupaciones, miedos y angustias a Dios, estamos reconociendo que Él tiene el control y que su amor y sabiduría son infinitos. No se trata de evadir responsabilidades, sino de encontrar paz en la certeza de que hay alguien que nos sostiene, que conoce nuestras luchas y que está dispuesto a guiarnos. La Biblia nos dice: *"Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo"* (Salmo 55:22). Este versículo es un consuelo y una promesa. Nos invita a soltar aquello que nos agobia, a confiar en que Él nos dará la fuerza para seguir adelante y que, incluso en los momentos más oscuros, hay esperanza. Echar nuestras cargas sobre Jehová es un acto de liberación. Es permitir que su paz inunde nuestro corazón y que su gracia nos levante. Al hacerlo, encontramos descanso para nuestras almas y la fortaleza para continuar, sabiendo que no caminamos solos, sino que Él está con nosotros en cada paso.