Someterse a Dios significa reconocer Su autoridad, confiar en Su voluntad y obedecer Sus mandamientos con humildad y amor. No es una sumisión forzada, sino un acto voluntario de rendición que nace de la fe y el deseo de vivir según Sus propósitos. Se refleja en: • Obediencia: Cumplir Su Palabra, incluso cuando no entendemos completamente Su plan. (Santiago 4:7) • Confianza: Depender de Él en lugar de apoyarnos en nuestro propio entendimiento. (Proverbios 3:5-6) • Humildad: Reconocer que Su camino es mejor que el nuestro. (1 Pedro 5:6) • Renuncia al pecado: Alejarnos de lo que nos aparta de Él. (Romanos 12:2) • Búsqueda constante: Orar, leer Su Palabra y vivir en comunión con Él. (Mateo 6:33) En resumen, someterse a Dios es vivir para Él, confiando en Su amor y dirección en todas las áreas de nuestra vida.