La conquista de Numancia por los romanos en el 133 a.C. dejó una huella imborrable en la historia de Hispania. Durante meses, los numantinos resistieron con valentía el asedio implacable de las legiones comandadas por Escipión Emiliano, recurriendo a estrategias ingeniosas y mostrando un espíritu indomable. Sin embargo, ante la imposibilidad de una victoria y la inminente rendición, tomaron una decisión extrema: prefirieron el suicidio colectivo y la destrucción de su propia ciudad antes que someterse al yugo romano. Este episodio de resistencia y sacrificio se convirtió en símbolo de la lucha por la libertad y ha perdurado a lo largo de los siglos, reflejándose en numerosas obras literarias, artísticas y en el propio diccionario, donde “numantino” se asocia a una defensa obstinada e inquebrantable.