Córdoba desempeñó un papel crucial como cuartel general de los Reyes Católicos durante la Guerra de Granada. Isabel y Fernando, conscientes de la importancia estratégica de la ciudad, la eligieron como base de operaciones para dirigir personalmente la campaña militar contra el último reino nazarí de la península. Desde allí, coordinaron el avance de sus tropas, supervisaron la logística y establecieron contacto con sus principales capitanes. Su presencia en la capital cordobesa se prolongó durante gran parte del conflicto, organizando asedios, consolidando alianzas y asegurando el abastecimiento de sus ejércitos. La ciudad se convirtió en el epicentro de la planificación bélica cristiana hasta casi el final de la guerra, cuando la presión militar y política ejercida sobre el Reino de Granada llevó finalmente a la capitulación de Boabdil en 1492.