Cielo Rusinque: El artículo de la revista Cambio, en el que se concluye que dineros ilícitos provenientes del contrabando y de otras fuentes económicas ilegales hicieron parte de las fuentes de financiación de la campaña del Presidente Petro, me ha hecho pensar en la manera en la que las posiciones, intereses, ideas y valores de quienes han sido testigos de un mismo hecho, dan lugar a interpretaciones de ese hecho que pueden resultar tan diferentes y esto, por la subjetividad que puede estar involucrada con tal fuerza en la comprensión del mundo que hace imposible llegar a la realidad, sustituyéndola por palabras y “narrativas”. Yo creo que la verdad no es solo necesaria sino esencial para la democracia. El periodismo, que debería ser el sostén de la opinión pública, al abandonar este imperativo, se ha convertido en un instrumento al servicio de ideologías e intereses inconfesados que terminan minando las bases de la República. ¿Cómo es posible, que en este artículo se reconozca que el Presidente, desde el inicio de la campaña, y siendo coherente con los principios de lucha contra la corrupción que siempre lo han caracterizado, haya rechazado toda fuente espuria de financiación y al mismo tiempo se afirme y se insinué que han penetrado hasta su circulo más intimo? ¿ Cómo se puede pretender deslegitimar a través de aseveraciones tendenciosas, un mandato popular que fue el resultado de una lucha de décadas y cuyo impulso no fueron los capitales sino una transformación radical de la mayoría de la sociedad colombiana que se cansó del abuso, de la violencia de Estado, de la desigualdad, de la pobreza y de la ortodoxia inmovilista de un establecimiento hundido en la corrupción? ¿Cómo se puede invertir la posición de quien es víctima de los intentos de infiltración de la delincuencia, de quien los ha denunciado, perseguido y extraditado, para convertirlo en su cómplice, en su aliado? Considero que esta obstinación en negar los hechos, que esta voluntad constante de deformar la realidad, tienen su origen en un sesgo subjetivo profundamente arraigado, que se esconde bajo las apariencias de imparcialidad, de objetividad, de preocupación por la justicia. Es por esto que el reciente Consejo de ministros los ha dejado perplejos, desconcertados. Su poder de interpretación y de intermediación quedó profundamente afectado por la decisión del Presidente, que en un gesto de valentía que revela su talante democrático, se atrevió a levantar el velo de misterio que envuelve el poder, el artificio que lo teatraliza y esconde, para permitirle al pueblo formarse su propio juicio, abandonando la tradicional pasividad a la que se le quiere someter. Es así como se construye una verdadera democracia deliberativa y participativa; es lo que dispone nuestro pacto político, nuestra Constitución. Puede ser una herejía, una “misa negra”, si se lo compara con la ortodoxia del pasado. La tal “misa negra” no es nada distinta a un eslabón de esta apertura democrática que nos permitirá salir del encierro de las subjetividades y entrar en un proyecto de país abierto, pluralista y colectivo, en el que la intersubjetividad nos conduzca progresivamente a la justicia. Es así como se romperán los cerrojos mediáticos, económicos y políticos que nos han mantenido en un vergonzoso atraso. Es así como artículos como el que acaba de publicar la revista Cambio, dejarán de ser portadas para convertirse en causa de justificado descrédito. Ante las constantes mentiras, este gobierno seguirá respondiendo con transparencia.