4/dic/2021 Era un día como cualquier otro, un día más en el que me sentía lo máximo, que el nuevo mundo al que pertenecía llevaba mi nombre bien grande puesto, después de los años me di cuenta que no es cierto pero en ese momento no lo sabia y tampoco cambia los hechos. Yo estaba en medio de la multitud, no conocía a nadie, solo a él. Me guiaba por el ritmo, observaba a las personas en su mundo disfrutando, yo no estaba tan así, me sentía incomoda apunto de tener uno de mis ataques, de los malos. Recuerdo que me senté en el suelo, cuidando mucho que mis mayas no se rompieran, eran de mi madre. En medio de todo mi aislamiento social, observó una discusión cerca de mi, admito que nunca inmagine que me tocaría verla tan cerca. Poco a poco fue escalando y terminó en mi. Como si la suerte me jugará una mala pasada, como de costumbre. Pero en medio de ese caos vi un brazo que acudió a mi rescate, no la conocía, no tenía idea de quien era ella. Sólo se que caí en sus brazos y la abrace tan fuerte, como si de eso dependiera de mi día, las lágrimas corrían por mis mejillas rápidamente, estaba agitada, a punto del colapso. Lo mágico fue que desde ese día siempre viene a salvarme de una manera mágica, no necesito llamarla, ella simplemente lo sabe.