*Capítulo 19: Positivo* —¿Está todo bien ahí dentro, Luke? Siente un deja vú al mirar la prueba de embarazo entre sus manos. Han pasado cuatro minutos y no ha dejado de observarla ni un instante. Las dos rayitas comienzan a teñirse, una más que la otra, pero la respuesta es evidente. Está embarazado. Embarazado de verdad. Pero esta vez no hay un estúpido alfa cachondo esperándolo afuera, sino un dulce beta que parece igual de ansioso que él. —Entra, por favor. Aemond abre la puerta y encuentra al omega con los ojos llorosos, la prueba en sus manos y un puchero en los labios. —¿Salió positiva? Luke asiente, reprimiendo las lágrimas. No sabe si se siente feliz o miserable. Ya no tiene dieciocho, y además, él y Aemond no se han estado cuidando. Nunca hablaron explícitamente buscar un embarazo, pero los "no estoy en mis días fértiles" y "córrete afuera", no fueron más que meras excusas. Inconscientemente, lo buscaban. —¿Estamos felices o no estamos felices? Sabes que aceptaré cualquier decisión que tomes. Han pasado cuatro años desde que comenzó su relación con Aemond. Ahora tiene un trabajo estable, y ambos comparten los gastos en el departamento en el que solía vivir con Jace. (Él y Aegon viven juntos ahora y se casarán en dos semanas). Luke ya no es aquel chico de dieciocho que tuvo un amorío con su ginecólogo; ahora tiene veinticuatro años, una carrera universitaria terminada, un trabajo y una relación estable. Tal vez podrían... —Lucerys, háblame. Siempre le han encantado los niños; por algo eligió ser maestro. Pero los alfas con los que salía antes eran unos imbéciles, ninguno le despertaba el instinto maternal. Con Aemond es distinto: él también adora a los niños, y Luke se imagina fácilmente formando una familia junto a él. —Quiero tenerlo. —¿Estás seguro? —Muy seguro. —Luke... —Aemond por fin sonríe, incluso lagrimea un poco—. Tendremos un bebé. —Un bebé... —Todavía le cuesta procesar la noticia, pero no se siente decepcionado—. ¡Un bebé! —Hay que ahorrar para el parto, comprar cosas para el bebé... —enumera con los dedos mientras camina en círculos por el pequeño baño—, pensar en nombres, darles la noticia a nuestras familias... —Aemond, cariño... —toma su mano para detenerlo—. Creo que lo mejor será esperar a que pase la boda de nuestros hermanos. No quiero quitarles la atención en su día especial. —Perdón, tienes razón. Es que estoy muy emocionado. —¿Tanto te gustan los bebés? —Me encantan los bebés. Si fuera un omega tendría veinte o treinta hijos. —No vamos a tener tantos hijos, eh. Me toca parirlos a mí. —Tendremos los que tú quieras. —Así me gusta. —Oh, ven aquí.