El afecto se acomoda al pecho. Es una sensación cálida, un abrazo invisible que me envuelve y me protege. Siento que mi corazón se expande, que hay espacio para amar y ser amada. La certeza se convierte en charco en la cama. Las dudas se han evaporado como agua en un desierto. Ya no hay preguntas, solo respuestas. La cama se convierte en un refugio, en un lugar donde nos encontramos, donde nos amamos. Tu voz declama caricia, malicia. Tus palabras son melodías que acarician mi alma, que me hacen reír, que me provocan. Me gusta tu voz, su tono suave, su ritmo pausado. Tu olor tatúa mi piel como si fuera una vieja canción. Tu aroma se impregna en mi memoria, me recuerda a ti, a los momentos que hemos compartido. Es un olor que me reconforta, que  hace sentir segura, que me excita. Me gusta tu olor, es único, es tuyo. Y sin querer descubro que te "quiero" cada vez más. No sé cómo ni cuándo empezó este sentimiento, pero sé que crece cada día que pasa. En el silencio que antes era ruido, hay un mundo que se insinúa. Antes, el silencio me asustaba, me hacía sentir sola. Ahora, el silencio es un amigo, un confidente. En el silencio, puedo escuchar mi voz interior, puedo reflexionar, puedo crear. En resumen, la espera ha terminado, el afecto me llena, la certeza me guía, tu voz me acaricia, tu olor me tatúa, te "quiero" cada vez más, el silencio me acompaña y tu voz me da paz.