Llenas de perversión mi boca, consumes el delirio de este fuego que me provocas. Haces de mi cuerpo la perfecta caricia de tu noche tranquila, después de ser posesiones totales en nuestra guerra. Me entregas a la pasión desenfrenada, a la danza de los cuerpos que se funden en uno solo. Tus manos recorren mi piel, explorando cada rincón, cada curva, cada cicatriz que cuenta la historia de nuestros encuentros. Tus besos, suaves al principio, se vuelven exigentes, demandando más y más de mí. Me sumerges en un torbellino de sensaciones, donde el placer y el dolor se entrelazan en una sinfonía de gemidos y jadeos. Me desnudas, no solo de ropa, sino también de inhibiciones, de miedos, de tabúes. Me revelas la parte más salvaje, más instintiva de mí, la que se entrega sin reservas a la lujuria. Me posees con la fuerza de un huracán, pero también con la delicadeza de una brisa. Me haces tuya, me marcas, me reclamas como tuya. Y luego, cuando la tormenta amaina, me envuelves en tus brazos, me acunas en la paz de tu noche tranquila. Me acaricias con ternura, me besas con dulzura, me recuerdas que después de la guerra, siempre hay tiempo para la calma. Me haces sentir amada, deseada, completa. Me haces sentir que soy tuya, y que tú eres mío. Este es nuestro juego, nuestro ritual, nuestra danza de amor y guerra. Y yo, tu fiel amante, me entrego a él sin dudarlo, porque sé que en tus brazos encuentro el paraíso y el infierno, la luz y la oscuridad, la pasión y la paz. https://www.instagram.com/p/DGMA466M9Vz/?igsh=c3MwMHVoeGtkY2lm