*RB | 9 febrero 2025 | Profundidad* *_“Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Lleva la barca mar adentro y echen las redes para pescar”. (Lc 5,4)_* Dicen que “una cosa es predicar y otra es practicar”. Porque, en ocasiones, hay personas que encandilan a la gente con sus promesas llenas de sueños o con sus melodías dulces, pero desarmonizadas. En todo caso, todos necesitamos “escuchar” algo nuevo, prometedor, profundo y transformador… que responda a nuestros grandes anhelos de esperanza. El mundo -y cada uno de nosotros- necesita creer que es posible un futuro diferente y un horizonte feliz. ¿o no?. Pero esto requiere salir de la superficialidad de lo inmediato, así como de la mediocridad del “más o menos” que perpetúa la inmovilidad. La superficialidad y la mediocridad no deberían ser compañeras de viaje de las personas, familias y comunidades que aspiran a la felicidad y a la fraternidad. Por eso, las palabras llenas de contenido, los signos prácticos de solidaridad, el buen trato entre todos/as y el liderazgo congruente… catalizan las esperanzas de la gente de hoy y de siempre. Es lo que transmitía Jesús de Nazaret y lo que sus seguidores admiraban constantemente. Con todo, hay que “remar más adentro” para no quedarse en la cómoda orilla de la seguridad o en la frágil barca de la eficiencia… Hay que “ir” más allá de lo ya visto -horizonte-, “buscar” más allá de la evidencia -contemplación-, “remar” a la propia interioridad -autenticidad- y “arriesgar” la vida por el evangelio -misión-. ¿Acaso esperamos que alguna deidad justifique nuestra pereza, irresponsabilidad o conformismo? Jesús nos transforma en esperanzados/as discípulos/as que se acercan al horizonte, … porque “reman mar adentro”, siguen intentando la utopía y no se cansan de trabajar por la gratuidad del Reino. También nosotros queremos transitar desde el entusiasmo a la escucha, y -desde ahí- a la profundidad, para descubrir la abundancia del amor, que desbarata toda tentación de comodidad.