Misal Diario  ⛪  Oraciones, Reflexiones, Meditaciones
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February 23, 2025 at 11:31 PM
Lunes, 24 de febrero 7ª semana del T. Ordinario feria Semana III del salterio Laudes Cuando es la primera oración del día, se omite la siguiente invocación y se comienza con el Invitatorio. Invocación inicial † Se hace la señal de la cruz mientras se dice: ℣. Dios mío, ven en mi auxilio. ℟. Señor, date prisa en socorrerme. ℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. ℟. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Invitatorio † Se hace la señal de la cruz en la boca mientras se dice: ℣. Señor, ábreme los labios. ℟. Y mi boca proclamará tu alabanza. Ant. Entremos a la presencia del Señor, dándole gracias. Sal 94 Sal 99 Sal 66 Sal 23 Salmo 23: Entrada solemne de Dios en su templo Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: Él la fundó sobre los mares, Él la afianzó sobre los ríos. Se repite la antífona - ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? Se repite la antífona - El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos ni jura contra el prójimo en falso. Ese recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Se repite la antífona - Este es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. Se repite la antífona ¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria. Se repite la antífona - ¿Quién es ese Rey de la gloria? - El Señor, héroe valeroso; el Señor, héroe de la guerra. Se repite la antífona ¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria. Se repite la antífona - ¿Quién es ese Rey de la gloria? - El Señor, Dios de los ejércitos. Él es el Rey de la gloria. Se repite la antífona Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Entremos a la presencia del Señor, dándole gracias. Himno Llenando el mundo, el sol abre la mañana más y más. La luz que transcurre ahora aún más pura volverá. Descansa el peso del mundo en alada suavidad, teje la santa armonía del tiempo en la eternidad. Vivir, vivir como siempre; vivir en siempre, y amar, traspasado por el tiempo, las cosas en su verdad. Una luz única fluye, siempre esta luz fluirá desde el aroma y el árbol de la encendida bondad. Todo en rotación diurna descansa en su más allá, espera, susurra, tiembla, duerme y parece velar, mientras el peso del mundo tira del cuerpo y lo va enterrando dulcemente entre un después y un jamás. Gloria al Padre omnipotente, gloria al Hijo, que él nos da, gloria al Espíritu Santo, en tiempo y eternidad. Amén. Salmodia Ant. 1. Dichosos los que viven en tu casa, Señor. Salmo 83: Añoranza del templo ¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos! Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo. Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío. Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre. Dichosos los que encuentran en ti su fuerza al preparar su peregrinación: Cuando atraviesan áridos valles, los convierten en oasis, como si la lluvia temprana los cubriera de bendiciones; caminan de baluarte en baluarte hasta ver a Dios en Sion. Señor de los ejércitos, escucha mi súplica; atiéndeme, Dios de Jacob. Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo, mira el rostro de tu Ungido. Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa, y prefiero el umbral de la casa de Dios a vivir con los malvados. Porque el Señor es sol y escudo, él da la gracia y la gloria; el Señor no niega sus bienes a los de conducta intachable. ¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre que confía en ti! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Dichosos los que viven en tu casa, Señor. Ant. 2. Venid, subamos al monte del Señor. Isaías 2, 2-5: El monte de la casa del Señor en la cima de los montes Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor, en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos. Dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sion saldrá la ley, de Jerusalén, la palabra del Señor». Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Venid, subamos al monte del Señor. Ant. 3. Cantad al Señor, bendecid su nombre. Salmo 95: El Señor, rey y juez del mundo Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones; porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses. Pues los dioses de los gentiles son apariencia, mientras que el Señor ha hecho el cielo; honor y majestad lo preceden, fuerza y esplendor están en su templo. Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor, entrad en sus atrios trayéndole ofrendas. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda; decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente». Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque, delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Cantad al Señor, bendecid su nombre. Lectura Breve St 2, 12-13 Hablad y actuad como quienes han de ser juzgados por una ley de libertad, pues el juicio será sin misericordia para el que no practicó la misericordia. La misericordia se ríe del juicio. Responsorio Breve ℣. Bendito el Señor, ahora y por siempre. ℟. Bendito el Señor, ahora y por siempre. ℣. El único que hace maravillas. ℟. Ahora y por siempre. ℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. ℟. Bendito el Señor, ahora y por siempre. Tiempo de meditación Se puede dedicar un tiempo de silencio para meditación individual. Cántico Evangélico Ant. Bendito sea el Señor, Dios nuestro. † Se hace la señal de la cruz mientras se proclama: Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos Profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Bendito sea el Señor, Dios nuestro. Preces Invoquemos a Dios, que puso en el mundo a los hombres para que trabajasen concordes para su gloria, y pidamos con insistencia: Haz que te glorifiquemos, Señor. - Te bendecimos, Señor, creador del universo, porque has conservado nuestra vida hasta el día de hoy. - Míranos benigno, Señor, ahora que vamos a comenzar nuestra labor cotidiana; haz que, obrando conforme a tu voluntad, cooperemos en tu obra. - Que nuestro trabajo de hoy sea provechoso para nuestros hermanos, y así todos juntos edifiquemos un mundo grato a tus ojos. - A nosotros y a todos los que hoy entrarán en contacto con nosotros, concédenos el gozo y la paz. Pueden añadirse intenciones particulares que concluyen con la respuesta propuesta más arriba Padrenuestro ℣.Llenos de alegría por nuestra condición de hijos de Dios, digamos confiadamente: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Oración ℣. Señor Dios, rey de cielos y tierra, dirige y santifica en este día nuestros cuerpos y nuestros corazones, nuestros sentidos, palabras y acciones, según tu ley y tus mandatos; para que, con tu auxilio, alcancemos la salvación ahora y por siempre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. ℟. Amén. † Se hace la señal de la cruz mientras se dice: ℣. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. ℟. Amén.

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