La estética importa. No porque las apariencias sean supremas, sino porque reflejan nuestros valores. La masculinidad es más que confianza o levantar pesas. Se trata de cumplir el propósito para el cual fueron creados los hombres: orden, disciplina, jefatura, protección y sacrificio. La verdadera masculinidad es plena y abarca tanto fuerza como responsabilidad. Es la búsqueda del orden en el caos, la disciplina para dominarse a uno mismo, el liderazgo para liderar con sabiduría, el instinto de protección y la voluntad de sacrificarse por algo más grande que uno mismo. Todo lo que no sea esto es machismo disfrazado de masculinidad.