Dios, Iglesia Y lo Siguiente ☦️
February 28, 2025 at 06:03 PM
La gran desmitificación: cómo el cristianismo moderno despojó al mundo de su asombro
El cristianismo moderno se ha convertido en la fe de los desencantados. Donde la Iglesia primitiva veía un cosmos impregnado de energías divinas, los cristianos modernos ven un mundo muerto y mecánico. Donde los santos luchaban contra principados y potestades, los creyentes de hoy se burlan de lo sobrenatural, avergonzados o escandalizados por la mera mención de ello. En su desesperada apuesta por la respetabilidad, esta “fe” se ha desmitificado hasta convertirse en irrelevante.
La fe que una vez ungió reyes y dio forma a imperios ahora se preocupa principalmente por alcanzar la comodidad suburbana. Los ángeles y los demonios han sido reducidos a conceptos y metáforas, los milagros se explican como malentendidos y supersticiones, y los sacramentos se declaran reducidos a un mero monumento. La imaginación cristiana en Occidente ha sido vaciada, reemplazada por la fría lógica del materialismo envuelta en clichés piadosos y deísmo terapéutico. Lo sagrado ha sido aplanado, lo trascendente domesticado. Y el resultado no es un cristianismo histórico y bíblico, sino algo completamente nuevo.
Esta no era la fe de los Apóstoles. La Iglesia primitiva vivía en un mundo donde la presencia de Dios era inmediata y aterradora, donde la providencia de Dios producía innumerables maravillas, donde los santos luchaban contra dragones, donde las reliquias irradiaban poder y la Eucaristía era la carne deificada de Cristo resucitado. El cristianismo, antaño unificado y espléndido, hablaba de un mundo lleno de significado, donde cada río, montaña y estrella era una señal que indicaba lo divino. Ahora, el cristianismo moderno ofrece una espiritualidad superficial y utilitaria, una “relación personal con Jesús” que no exige nada ni transforma nada.
Al despojar al mundo de su carácter sobrenatural, el cristianismo se ha vuelto cómplice del orden mundial secular al que se suponía que debía resistir. Se ha reducido a un cuerpo teórico de hechos y proposiciones aprehendidos sólo por la mente, o peor aún, a una marca corporativa que compite incansablemente por una atención fugaz en un mundo ya atiborrado de sus propias pasiones. El cristiano moderno ya no teme a Dios; apenas cree en Él. El mundo se ha vaciado de encantos y, en el proceso, el cristianismo ha sido reemplazado por una forma estoica y racionalizada de deísmo.
Hasta que el cristianismo recupere su sentido del misterio, el drama cósmico y la guerra real y presente entre el bien y el mal por el alma del hombre, continuará su lenta marcha de muerte hacia la irrelevancia. La fe en Occidente debe volver a ser encantada, o no sobrevivirá.
Las palabras de Cristo para ti y para mí hoy son las mismas que hace 2000 años a Tomás: “No seas incrédulo, sino creyente”.
Aprende a creer de nuevo en lo místico, aprende a creer que el reino de Dios está dentro de ti, cree que los santos y los ángeles te rodean durante tu peregrinación en la tierra, pero lo más importante, aprende a creer que Cristo se mueve entre nosotros y está ahora mismo en medio de nosotros.