Ayer, mientras realizaba una tarea cotidiana, me encontré con una experiencia que me recordó las palabras de Jesús en Mateo 19:14: "Dejen que los niños vengan a mí; no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos". Me tocó ir a buscar las compras del supermercado. Como habiamos recién regresado de vacaciones, en el interior de nuestro refrigerador se sentía eco.🤣 Al regresar, me encontré con un desafío: subir un carro muy pesado por una pequeña escala (cuatro escalones) en la entrada del edificio. 😱🥵 En ese momento, se me cayó una bolsa con mercadería, y todos los que estaban alrededor, incluyendo dos adultos y unos niños, presenciaron el incidente. Pero lo que sucedió a continuación me dejó asombrado. Los adultos se hicieron los lesos, pero uno de los niños, sin pensarlo dos veces, se acercó a mí y me preguntó amablemente si estaba bien.☺️ En ese momento, me di cuenta de cómo nuestra sociedad y nuestra propia naturaleza pueden endurecer nuestros corazones y alejarnos de la inocencia y la compasión de la infancia. Cuántas veces, como adultos, nos pillamos cuestionando y racionalizando todo, en lugar de simplemente actuar con amor y compasión? Me recordó la frase que dice que la distancia más larga que existe es aquella entre la cabeza y el corazón. ¡Qué verdad! Cuando nos enfocamos en la lógica y la razón, podemos perder de vista la Gloria de Dios y las maravillas del Reino.🧠📡📞❤️‍🔥 Pero ayer, gracias a la inocencia y la compasión de ese niño, me recordé de la importancia de mantener un corazón de niño, un corazón que esté dispuesto a amar y a servir sin condiciones. ¡Gloria a Dios por recordarnos de la importancia de la inocencia y la compasión! ☝️😇❤️‍🔥🔥🕊️