
Parroquia Inmaculada Concepción El Chicó
February 16, 2025 at 11:14 AM
Reflexión de la Palabra de Dios. Febrero 16 de 2025. Domingo VI. Ciclo C.
La primera lectura y el salmo de hoy nos presentan dos caminos, que conducen, a dos metas diferentes:
Quien no confía en el Señor y no pone en Él su apoyo, el que es impío, acaba mal. Es maldito.
El que confía en el Señor, que medita su ley y no sigue el consejo de los impíos, tendrá buen fin. Es bendito.
Jesús, con sus palabras y con su vida nos dice qué constituye la verdadera felicidad, la bienaventuranza del ser humano.
Sus palabras marcan un contraste con los valores del mundo, que busca la felicidad en el dinero, en lo que complace los sentidos, en tener prestigio ante los demás, etc.
El Señor nos pone a considerar los bienes eternos en comparación con los temporales y pasajeros, abre nuestros ojos para que tengamos criterios de discernimiento de acuerdo con la meta que queremos alcanzar.
Las bienaventuranzas se convierten en señales que indican el camino, miran al destino definitivo del hombre.
De hecho, los santos, que son los verdaderos intérpretes del Evangelio, han vivido esta enseñanza de Jesús y así nos han mostrado la verdadera imagen del hombre y de su felicidad. Posponiendo los placeres de este mundo, han vivido felices, sin ocuparse de sí mismos, y tienen a la vez la felicidad de la vida eterna en Dios.
La vida de Jesús, y de los santos nos enseñan cuán insignificante es lo que (con los criterios del mundo) era considerado satisfacción y felicidad.
Contrapuestos a las bienaventuranzas tenemos los “ayes”, advertencias que desenmascaran las falsas promesas y ofertas y que pretenden apartar al hombre de una senda que termina en un despeñamiento mortal. Los “ayes” delatan y advierten sobre actitudes que atan al hombre a lo aparente, a lo provisional, a la pérdida de altura y profundidad y por tanto a la pérdida de Dios y de los prójimos, y con ello lo corrompen. (Benedicto XVI)
Miremos nuestra existencia con perspectiva de eternidad y no solo de inmediatez.
Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados. (S. Pablo)
¿Tenemos a Cristo como nuestro proveedor de bienes pasajeros? ¿O esperamos de Él el don de la Vida eterna?
La esperanza cristiana nos ayuda a relativizar los goces terrenos.
Feliz domingo, día del Señor.
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🙏
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