La vida es un río en movimiento, nunca se detiene, nunca retrocede. A veces nos empeñamos en aferrarnos a las piedras del pasado, a los miedos que nos atan, a las historias que ya cumplieron su ciclo. Pero el agua sigue su curso, recordándonos que soltar no es perder, sino permitir que lo nuevo llegue. Cada día es una elección: quedarnos donde estamos o avanzar con la corriente de la vida. No hay casualidades, solo lecciones disfrazadas de encuentros, tropiezos y oportunidades. Y al final, todo lo que damos regresa, porque la energía se mueve en ciclos perfectos. Hoy, suelta, confía y avanza. Lo mejor siempre está en camino.