Primera regla de la salud mental: No todo ni todos merecen tu tiempo, tu energía ni tu paz. Aprende a distinguir a quién le debes una explicación, a quién solo le corresponde una respuesta breve y quién, por su actitud o sus intenciones, no merece absolutamente nada de ti. No todas las batallas son dignas de ser peleadas, ni todas las palabras necesitan una réplica. A veces, el mayor acto de inteligencia y autocuidado es el silencio. No porque no tengas qué decir, sino porque simplemente hay personas que no escuchan con el propósito de comprender, sino solo para responder o discutir. Elige tus conversaciones con sabiduría, porque la tranquilidad es un tesoro que no puedes entregar a cualquiera. Cuando comprendes esto, dejas de cargar con la necesidad de justificarte ante quienes no quieren entender, y liberas espacio en tu vida para lo que realmente suma.