Lecciones del viaje – Primera parada Cada viaje empieza con expectativas, emociones y, por qué no, pequeñas sorpresas que nos recuerdan que la vida siempre tiene algo que enseñarnos. Hoy, en mi primera parada en Montería, salí a cenar con un antojo claro en mente: pollo. La foto del menú prometía algo grande y sustancioso, pero cuando llegó el plato, me encontré con una versión más modesta. Más allá de la anécdota, me quedé pensando en cuántas veces en la vida nos dejamos llevar por la imagen que nos venden, por las expectativas que creamos, y al final, lo que recibimos es diferente. No necesariamente peor, solo distinto. La clave está en disfrutar lo que hay en el plato, aprender para la próxima y seguir adelante con el apetito intacto. El viaje apenas comienza y cada detalle es una historia. ¿Cuántas más traerá el camino?