
Fernando Arias
February 20, 2025 at 04:00 AM
El encuentro de Jesús con la mujer samaritana en el pozo de Sicar (Juan 4:1-26) es una hermosa ilustración del corazón del EVANGELIO: Cristo rompe barreras, dignifica a los marginados y ofrece agua viva que satisface la sed del alma y del espíritu.
En la cultura de aquella época, las mujeres eran consideradas inferiores, y los judíos evitaban el contacto con los samaritanos. Sin embargo, Jesús desafía las normas al dirigirse a esta mujer, no con condenación, sino con amor y verdad. Él no solo le habla, sino que le revela su identidad como el Mesías, mostrándole que el agua del pozo físico no puede compararse con el manantial de vida eterna que Él ofrece.
Así como esa mujer iba cada día al pozo a sacar agua, muchas veces nosotros buscamos llenar nuestro vacío en lugares que nunca nos satisfacen del todo: el éxito, las relaciones, el dinero, o incluso la religión sin una verdadera relación con Dios. Pero Jesús nos invita a dejar de depender de esos “pozos” y a recibir de Él un manantial de agua viva, una fuente inagotable de gracia, amor y vida eterna.
El Evangelio nos muestra que en Cristo no solo somos perdonados, sino también restaurados y saciados. No tenemos que seguir buscando en lugares secos lo que solo Él puede dar. Si venimos a Jesús con un corazón sediento, Él nos llenará con su presencia y nos transformará, como lo hizo con la mujer samaritana, quien pasó de ser una persona rechazada a una testigo entusiasta del poder de Dios.
“El que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás” (Juan 4:14).
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