Para los consagrados a la Inmaculada y miembros de la Milicia de la Inmaculada, este Evangelio resuena con una llamada profunda a la confianza total en Dios y a la renuncia de los falsos ídolos del mundo. San Maximiliano Kolbe nos enseñó que la verdadera bienaventuranza radica en entregarnos por completo a la Virgen María, quien nos guía hacia Cristo, la única fuente de felicidad auténtica. Las bienaventuranzas nos invitan a vivir en pobreza de espíritu, confiando en la providencia divina, y a abrazar con alegría las dificultades por amor a Dios. La Milicia de la Inmaculada no busca una felicidad pasajera, sino aquella que brota del abandono total en manos de la Inmaculada, viviendo con audacia el Evangelio en un mundo que ofrece falsas promesas de felicidad. Que este pasaje nos ayude a renovar nuestro compromiso de ser luz en medio de la oscuridad, testimoniando con nuestra vida que el Reino de Dios es nuestra mayor riqueza.