EvDH:” Pero Herodes, al oír todo esto, decía: "Este hombre es Juan, a quien yo mandé decapitar y que ha resucitado". Dice el refrán: “Se puede matar a los hombres, pero no a las ideas” (Atribuida a Luis Carlos Galán). Ya decía Monseñor San Oscar Romero: “Si me matan, resucitaré en el pueblo” De una forma u otra el pusilánime de Herodes, se tendría que topar con esta realidad. En el caso de Juan el Bautista, a la culpa que ya de por sí lo atosigaba, se sumaban los frutos y la fama que se escuchaba y se veía ahora en Jesús, quien fuera, por cierto, el mensaje central del anuncio del Bautista. El miedo de Herodes no era solo pensar en la resurrección de aquel que mandó decapitar, sino pensar que éste ahora viniera de vuelta a acusarlo desde la tumba. A una mente tan pequeña los miedos saben atraparla y dirigirla. Tiempo después, la noticia real de la Resurrección de Jesús, Quien, por cierto, no se había rebajado a dirigirle una palabra cuando se lo trajeron apresado, vendría a terminar de atormentarlo. En el caso de Juan el bautista, no solo sus ideas, también su fe y su predicación siguieron vivas y activas. En el caso de Jesús, todo lo que dijo e hizo, se firmó con la tumba vacía, y a la palabra Esperanza ahora se le agregaba la cualidad de VIVA. Pidamos al Espíritu Santo nos ayude a vivir en la Certeza de nuestra Esperanza Viva. Que sembremos y sepamos que lo que decimos y hacemos por Dios tiene consecuencias de Eternidad.