Ser comunista implica, entre otras cosas, sentir un profundo asco ante las desigualdades sociales: cuando la pobreza de muchos trabajadores convive con el lujo y el confort de unos cuantos funcionarios y negociantes, en ese momento, inevitablemente, uno debe sentir un profundo malestar, una arcada de bilis. De lo contrario, se tiene algo bien podrido dentro del pecho. Pero tampoco hace falta militar en las filas del socialismo para que duela esta grieta cada vez mayor entre la Cuba de los apagones y las carencias, y esa otra isla glamurosa, turística, privilegiada, que nos ha brotado en nuestras ciudades, como un cáncer. Basta con ser buena persona, con sentirse verdaderamente cubano, con saberse patriota: Martí echó su suerte con los pobres de la tierra, no con los ricos. Recordémoslo siempre. https://www.facebook.com/100076185730259/posts/pfbid0Z68evYLeCcH133dWCRTFGZXVscirqeCzzb3PdY6vW6gKkCfTbNT1ANKXZruwH11Zl/