ROSA TAISHO⚔🏹
ROSA TAISHO⚔🏹
February 21, 2025 at 01:49 AM
Exclusiva cap 37 😘 Los rayos del sol golpearon mi rostro mientras lentamente abría los ojos. Me estiré para relajarme, volví a mi lugar y sonreí al ver el rostro de Inuyasha dormido tranquilamente. Una pequeña travesura pasó por mi mente. Me moví con cuidado hasta mi cómoda, la abrí y... ¡bingo! Ahí estaban mis queridas esposas que usé hace unas semanas. Regresé a mi lugar con sigilo. Inuyasha dormía boca arriba, justo como lo necesitaba. Con cuidado tomé su muñeca y le coloqué la esposa. Lo bueno de estas esposas es que tenían una cadena bastante larga. Sonreí al engancharla en la cama. Me levanté con mucho cuidado y, de puntillas, caminé alrededor de la cama hasta el otro lado. Ahí repetí el mismo proceso: le puse la esposa en la otra muñeca y la aseguré a la cabecera. Caminé hasta el pie de la cama y, con cuidado, retiré las sábanas. Recorrí todo su cuerpo desnudo con la mirada y me subí sobre el colchón. Con delicadeza abrí sus piernas y me quedé ahí, observándolo. Entonces, le di la primera lamida a su dormido amigo. Sentí cómo se removía y me dio ternura, pero seguí con mi juego. Le di una chupada en la punta mientras mi mano comenzaba a acariciarlo de arriba hacia abajo. --- Perspectiva de Inuyasha Mis párpados comenzaron a abrirse cuando una extraña sensación me despertó. Intenté moverme, pero no pude. Eso me hizo abrir los ojos por completo. Quise mover los brazos, pero tampoco pude. Eché un vistazo hacia arriba y... ¿unas esposas? Estas esposas ya las había visto antes y... Justo en ese instante sentí algo succionando mi miembro. Bajé la mirada y encontré a una Kagome completamente desnuda entre mis piernas, dándome un increíble sexo oral. —Ka-Kagome... ¿Qué...? Mmm... ¿Qué haces? Levantó la cabeza y sonrió. —Buenos días, cariño. Sonreí como un idiota. Se veía tan hermosa... —Kag... ¿Me puedes decir por qué me amarraste? —Porque quería probarte un poco —respondió con picardía. —Torturarme, querrás decir —pronuncié con una sonrisa. —Tal vez... o a lo mejor me encanta ver tu cara de desesperación por no poder tocarme. —Malvada... pero mmm... Me callé en cuanto ella volvió a lo suyo. Dejé que mi cabeza cayera sobre el colchón, ya resignado. Kagome había despertado con ganas de torturarme y yo no podía hacer nada para impedirlo. Cerré los ojos para disfrutar tan rica tortura. Sentir su pequeña boca moviéndose y tragándoselo todo me prendió de una manera descomunal. A mis oídos llegó su risita coqueta y, sin abrir los ojos, pronuncié: —¿Qué te da tanta risa, brujita? —Solo te he dado unas cuantas mamadas y tu dormidito amigo ya despertó completamente. —Desátame y verás cómo mi amiguito te deja sin caminar todo el día... Shhhh... Me mordí el labio cuando ella empezó a chuparlo de una forma que rozaba lo doloroso, pero que era exquisita. —Mmm... Ka-Kagome... bájale un poco o me voy a correr en segundos... Shhhh... —Tal vez eso quiero... Como pude, abrí los ojos y levanté la cabeza para verla. —Mmm... Ka-Kagome, ni se te ocurra tragarte a Moroha —le advertí. Ella se rió y se llevó mis bolas a la boca. No pude evitar soltar una carcajada cuando la vi; parecía una ardilla con nueces en la boca. —¡Kag, no hagas eso! —solté riendo, dejando que mi cabeza volviera a caer en el colchón. Ella dejó su tarea de lado para responderme. —Claro que no me la voy a tragar, pero he escuchado que si llevas al extremo a un hombre, su liberación es más potente. Y eso es lo que buscamos, ¿verdad? —Kag, puedo hacerte el amor todo el día sin cansarme. No es necesario que... Shhhh... ¡Kagome, ya para! No tienes por qué torturarme así... —Pero a mí me gusta... —Eres una bru... Mmmmmm... Volví a morderme el labio cuando ella intensificó su trabajo, moviendo la boca con tal velocidad que ya estaba soltando rugidos de excitación. —Kagome... Ya viene... No te la... Antes de terminar la frase, ella se levantó y, de un salto, se hundió en mí, empezando a montarme. —Mmm... Vamos, Inu, deja que salga... Solo aguanté unos segundos antes de correrme dentro de ella. Ambos gemimos, aunque ella más que yo, porque yo rugí como un león en celo. Sentí su cuerpo desplomarse sobre el mío. Nos quedamos así por unos segundos hasta que ella se incorporó y me sonrió. —¿Te gustó? —Me encantó... pero si no me desatas, te juro que después te voy a dejar encerrada aquí por una semana y vas a tener que aprender a caminar otra vez, Higurashi. —Esa idea me encanta, Taisho. —Kag, hablo en serio. Desátame ahora o de aquí no salimos en una semana. La vi morderse el labio. La muy descarada se estaba riendo de mí. —Ok, ya te desato... Se levantó y quedó sentada sobre mí mientras me quitaba las esposas. En cuanto me liberó, me lancé a sus labios, dándole la vuelta y dejándola debajo de mí. La besé con hambre y mis labios descendieron hasta sus pechos, que succioné salvajemente. Ella gritó de placer, pero no me detuve. Chupé sus senos hasta dejarlos rojos y seguí mi recorrido hasta llegar a donde quería. Le abrí las piernas y la devoré sin piedad, al punto de que a veces le daba algunas mordidas. Sentirla gritar mi nombre era la mejor venganza que podía tener. Chupé su intimidad hasta dejarle una marca roja de tanto lamerla. Luego, introduje dos dedos en su interior para prepararla y empecé mi tortura. —Inu... ¡Inuyashaaaaaa! —Te gusta torturarme, ¿verdad, pequeña? No me detuve. La tuve así por un buen rato hasta que ya no soporté el dolor en mi miembro. Saqué mis dedos y me posicioné sobre ella. Sin ninguna delicadeza, me hundí en su interior. Los dos jadeamos fuerte mientras entraba y salía con desesperación y lujuria. —¡Inu! Shhhh... —Te gusta lo que provocaste, pequeña malvada... —Mmm... ¡Me encanta! —gritó, aferrándose a mí con sus piernas alrededor de mi cintura. Me moví aún más fuerte dentro de ella. Estaba cegado por la lujuria. Kagome lograba sacar mi lado más salvaje con sus juegos eróticos y, aunque no me quejaba, después no podía ni pensar con claridad. —¡Inuyasha, ya... ya viene! —Vamos, pequeña, déjate ir... —¡Mmm sí! Rugí al sentir que mi propia liberación llegaba. —¡Inuyashaaaaaa! La sentí bañarme con su orgasmo y, segundos después, la llené con el mío. Pasaron unos segundos y, aún dentro de ella, me giré en la cama, dejándola encima de mí. —¿Te gustó, malvada? —Me encantó... —susurró antes de besarme. —Mmm... Inu... Inuyasha... —Dime... —pregunté, besando su cuello. —Quisiera estar así todo el día, pero... hay trabajo.
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