NO A LA REELECCIÓN, SÍ A LA EDUCACIÓN EN PANAMÁ Hoy, nos encontramos en una encrucijada crucial, donde la decisión de permitir o prohibir la reelección de falsos profetas en los claustros universitarios, resuena con el eco de nuestro futuro. En este debate, emerge una voz que clama por encima del fragor de la contienda: la educación. La reelección, cual espada de doble filo, puede perpetuar el estancamiento o no impulsar el progreso. En el contexto panameño, donde la educación se erige como el cimiento de toda sociedad próspera, la reelección se torna un tema de especial relevancia. No podemos negar que la reelección puede ser un catalizador de continuidad e inestabilidad. Los falsos profetas han demostrado su compromiso para consolidar la corrupción, el nepotismo y los flagelos que representan para la educación en Panamá. Sin embargo, la reelección también conlleva el riesgo de perpetuar vicios y prácticas arraigadas, obstaculizando la renovación y el surgimiento de nuevas ideas, que nacen de los círculos de la colina y perpetúan, un sitial en los falsos profetas de la educación en los claustros universitarios. En este dilema, la educación superior se erige como el faro que guía nuestras decisiones. Una sociedad educada es una sociedad crítica, capaz de discernir entre la continuidad constructiva y la perpetuación de lo ineficiente e incapacidades administrativas que ponen en riesgo a la academia y la visión del Doctor Octavio Méndez Pereira y otros estadistas panameños.. Una sociedad exige líderes que rindan cuentas claras, prioricen la transparencia y que se comprometan con la mejora continua de la calidad educativa. La educación, por ende, se convierte en el antídoto contra la reelección ciega y el voto clientelista. Universitarios informados y conscientes de sus derechos no se conforman con promesas vacías ni discursos populistas. Exigen resultados tangibles en la academia y la ciencia, en años, donde, la educación continua, cursos, seminarios, diplomados representan dólares para unos y fondos para los falsos profetas, planes de estudios desactualizados y oportunidades para los tres falsos profetas de la foto, en la cultura del juega vivo, visceral, que atrapa las mentes modernas. En este sentido, la reelección se subordina a la educación. No se trata de elegir por elegir, sino de elegir a aquellos líderes que demuestren un compromiso genuino con la educación como motor de desarrollo social y económico, en Panamá. La reelección, entonces, se convierte en un premio a la gestión de los mercaderes y falsos profetas, que tienen sus fincas utilizando recursos y bienes del estado, y en un cheque para perpetuar el poder. La educación, en definitiva, es la llave que abre las puertas del progreso y la justicia social. Una sociedad educada es una sociedad que no teme a la alternancia en el poder, que exige líderes comprometidos con el bienestar colectivo y que no sacrifica la educación en aras de intereses políticos mezquinos, en los claustros universitarios. NO A LA REELECCIÓN, SÍ A LA EDUCACIÓN. PANAMÁ MERECE LÍDERES ÍNTEGROS, NO FALSOS PROFETAS CORRUPTOS.