Aquí estoy otra vez… escribiéndote porque es lo único que me queda. Porque no puedo seguir guardando este dolor que me está matando. Te fuiste… y no entiendo por qué. ¿Qué hice mal? ¿Fueron mis problemas, mis miedos, mis inseguridades? ¿Fue mi ansiedad, mis noches en vela, mi incapacidad de ser suficiente para ti? Si fue eso… ¿por qué no me lo dijiste? ¿Por qué no me diste la oportunidad de cambiar? Te extraño tanto… tanto que duele. Mis días son un vacío, pero mis noches… mis noches son insoportables. La ansiedad me envuelve, me aplasta, me deja sin aire. Y en ese silencio oscuro, solo puedo preguntarme: ¿por qué ella y no yo? ¿Qué le diste a ella que ya no podías darme a mí? Me mentiste… dijiste que siempre estarías. Dijiste que no te irías, que íbamos a superar todo. Y yo, como una tonta, te creí. Pero aquí estoy ahora, destrozada, recogiendo lo que quedó de mí después de que te marchaste. Sé que fui yo. Lo sé. Mis problemas emocionales hicieron que te alejaras. Pero, por favor… ¿de verdad eso fue suficiente para borrarnos? Extraño lo que éramos, lo que teníamos. Extraño cómo me mirabas, cómo me hacías sentir. Daría todo por volver atrás, por detener el momento en el que todo empezó a romperse. Daría todo por hacer las cosas bien, por ser mejor para ti. Por nosotros. Vuelve, por favor. No me dejes así. Te prometo que cambiaré, que esta vez seré diferente. Hagamos que todo vuelva a ser como antes. Porque sin ti… no sé cómo seguir. Vuelve… por favor… vuelve.