
Ú𝐋𝐓𝐈𝐌𝐀 𝐕𝐄𝐑𝐒𝐈Ó𝐍
May 27, 2025 at 10:58 AM
Los libros leídos pesan en la cabeza, sí, pero no por su volumen físico, sino por el peso del pensamiento que dejan. Cada página que se comprende, cada idea que se asimila, cada emoción que se graba en la memoria, se transforma en una carga valiosa: la carga de la conciencia, del criterio propio, del despertar intelectual. Leer no solo cultiva la mente, también enriquece el alma.
Un libro leído con atención, con pasión, es como una semilla que brota dentro. A diferencia de las pantallas que solo proyectan imágenes huecas y sonidos repetitivos, los libros nos invitan a dialogar, a imaginar, a cuestionar. Mientras el celular —como antes la televisión— puede anestesiar el pensamiento cuando se usa sin medida ni sentido, la lectura despierta el juicio crítico y el asombro.
Por eso, una niña que ha cultivado el hábito de leer —que ha descubierto el poder de los libros para pensar, sentir y crecer— vale más que cualquier niño atrapado en la rutina vacía de los videojuegos. No por una competencia de géneros, sino por el valor del contenido que lleva en su interior. La diferencia no está en el género, sino en la carga que cada quien decide llevar: libros o distracciones.
Los libros dan estructura mental, herramientas para la vida, empatía para el mundo. En cambio, quien malgasta el tiempo en juegos sin contenido o redes sin filtro, se va vaciando por dentro, sin darse cuenta. No se trata de demonizar la tecnología, sino de hacer conciencia del uso que se le da.
Porque al final, no pesa más quien más carga, sino quien lleva dentro lo que de verdad transforma. Y un solo libro leído con el corazón puede ser el inicio de un destino brillante.
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