*EL FANTASMA DEL YUKON* 9 de julio de 1931. Un hombre solitario llegó en una balsa improvisada al remoto pueblo de Fort McPherson, en el noroeste de Canadá. Dijo llamarse Albert Johnson. No mostró documentos. No dio más detalles. Solo pidió vivir en paz. Levantó una pequeña cabaña de madera junto al río Rat y comenzó una vida aislada. Pero la tranquilidad no duró. Otros cazadores lo acusaron de manipular sus trampas, y la policía montada acudió a interrogarlo. Johnson se negó a hablar. Ni una palabra. Regresaron con una orden judicial. Y entonces, desde dentro de su cabaña, disparó. Uno de los oficiales cayó herido. La policía volvió con explosivos. Volaron la cabaña. Pero Johnson seguía allí. Resistió entre ruinas y nieve, armado y silencioso. El enfrentamiento duró 15 horas bajo una tormenta y -40°C. La policía se retiró. Cuando regresaron semanas después, Johnson había desaparecido. Comenzó una persecución que helaría la sangre a cualquiera. Esquivó emboscadas. Mató a un oficial. Cruzó montañas. Subió un pico de 2100 metros en pleno invierno. Durante más de un mes, vivió entre la nieve, sin ayuda, sin fuego, sin tregua. El 17 de febrero de 1932, lo hallaron. Disparó una vez más. Y cayó herido. Murió sin revelar su nombre. La autopsia reveló que tenía una pierna más corta que la otra y la columna deformada. Y aun así, recorrió 137 kilómetros en 33 días, quemando 10.000 calorías diarias, como un animal herido que se niega a rendirse. "Albert Johnson" no existía. Las autoridades publicaron sus fotos. Nadie lo reconoció. Hasta hoy, sigue siendo un misterio. Nadie sabe de dónde vino, ni quién era, ni por qué huyó. Sólo dejó una leyenda: el Fantasma del Yukón. Un hombre sin historia… que escribió la suya con fuego, nieve y silencio.