*Nota del dia* La primavera puede ser soleada o lluviosa pero de este lado del Atlántico estamos en primavera y espero que donde ustedes se encuentren el clima les trate bien el día de hoy. Mi generación vio a sus padres hacer mercado. Parece tontería pero si usted pregunta los hábitos de compra de víveres de hoy en día, se encontrará seguramente que eso de esperar la quincena para ir a hacer una compra de al menos dos semanas de duración, desde hace años dejó de ser la norma de la mayoría de las familias. No es nuevo, pues tampoco es que la pobreza y la carencia la inventara el chavismo. Mis padres son de la generación de la compra diaria y por cantidades limitadas. Papeleta de café. Un medio de atol con leche y azúcar envuelto en un papel de bodega. Una locha de maíz para sancochar y moler y hacer las arepas. Y así. Mi generación vio aquellos mercados metidos en el carrito 🛒 A los “empaquetadores” del abasto llevando el mercado en una carretilla hasta la casa a cambio de una propina. El pan comprado en una bolsa, caliente. Hoy, volvió Venezuela a la compra por pequeñas cantidades con un añadido siniestro: pésima calidad. Porque en tiempos de otrora, quien compraba una locha de leche sabía que le venderían leche. Quien compraba un real de harina sabía que era harina. Y quien compraba queso hasta sabía que quién se lo vendía era el encargado de prepararlo. Hoy el venezolano compra poco, de mala calidad y pasando penurias. Se tiene que comer lo que consiga. Así tenga dinero, la calidad de lo que come no puede determinarse. Adiós a los controles sanitarios, a la revisión de las fechas de vencimiento y al respeto de normas higiénicas en la manipulación de alimentos. La revolución que hace 26 años prometió gobernar para los pobres, multiplicó la pobreza y castiga con la penuria. Y nos llevó a tiempos peores que en el pasado de la papeletica de café y la locha de queso rallado. *Daniel Lara Farías* _Enemigo de Todos_