Textos Que Te Pueden Sacar Una Sonrisa
Textos Que Te Pueden Sacar Una Sonrisa
May 18, 2025 at 12:38 PM
- Abuela ¿Qué haces? - Ay mijo ¿Tú qué crees? Recoger agua en la fuente para los fregaderos. - Pero abuela, si tenemos agua en la casa. Ella ya no me escuchaba, solo miraba el chorrito que caía hacia el cubo de metal. Cuando estuvieron llenos se dirigió a la casa. - Abuela ¿Y los cubos? - Ahora vendrá el abuelo y me los acercará. Mi abuelo hacia seis años que había muerto. Me fui ñtras ella y vi salir a mi tío del establo. - Tío ¿Dónde vas? - A acercarle a la abuela los cubos a la puerta. - Pero si tenemos agua en la casa. - Lo sé, Daniel, pero tu abuela ya no se acuerda. Hace mucho tiempo que no venís por el pueblo y en ese tiempo la mente de la abuela se quedó anclada en un pasado remoto. - Y no sería mejor decirle la verdad. - Quiero que veas una cosa. Cogió los cubos y los acercó a la puerta. Nos quedamos al otro lado de la calle observando hasta que la abuela se asomó. - Menos mal, ya era hora que me acercara los cubos se me va hacer mediodia y se me va a juntar los fregados con el guiso. Andrés- le gritó a mi tío desde la puerta- anda muchacho cuando veas a tu padre dile que me acerque una hogaza de pan duro para migas. - Ya voy madre.- se giró hacia mí- acompáñame al horno. De camino tuvimos una conversación muy interesante. - Hace tres años que la abuela comenzó con su demencia. Estábamos todos muy preocupados y los médicos no nos tranquilizaban. Su estado era irreversible e iría a peor con el paso del tiempo. Necesitaba salir de su casa e ingresar en un centro especializado donde cuidarían de ella, eso decía el doctor, pero yo no podía asimilar que mi madre, esa mujer que había podido con todo en esta vida, en sus últimos años estaría en un lugar extraño con gente ajena. Una mañana fui a la casa y no estaba, era muy temprano, me asusté, corriendo por el pueblo desesperado, hasta que la vi en la fuente, como hoy. "Andrés mijo, dile a tu padre que me acerque los cubos para la limpieza" y se fue para la casa. Fui yo quien le acerqué los cubos, ese día y el resto de días, quién le trae la hogaza de pan, quién le recoge la verdura del huerto para la ensalada. Creo que en su interior sabe que mi padre ya no está con ella, pero lo sigue sintiendo en cada pequeño gesto. Los médicos le hacen sus revisiones y aunque no recupera la parte perdida, sentirse activa y ocupada, sentirse en su hogar con sus rutinas hace que no se pierda del todo. Aquí en el pueblo nos hemos organizado por turnos para tenerla controlada, incluso tu primo se trasladó a la guardilla para vigilarla de noche, estoy muy orgulloso de él, ha ganado independencia y responsabilidad, y a su edad con 17 años es algo que le servirá en un futuro, lo hará más fuerte. Volvimos a la casa con la hogaza de pan. La miraba diferente, como si a mis 13 años tuviera que cuidar de ella. Mi madre estaba en la cocina haciendo la comida y hablando con mi padre. - Mírala, está fatal, está zurciendo calcetines ¿Pero quién zurce cuándo puedes comprar uno nuevo? Quiero llevármela a casa. La podemos llevar a un centro de día mientras trabajamos y luego cuidaría de ella por la noche. Y en verano la volvemos a traer al pueblo. Mi padre asentía con la cabeza. Pero yo ya no veía bien esa opción. Subí corriendo a mi habitación y corté un calcetín y volví corriendo a donde mi abuela. - Abuela, se me ha roto el calcetín, podías arreglarlo. - Claro mijo, déjalo aquí. Le estoy cosiendo un pantalón de campo de tu primo- el pantalón estaba lleno de remiendos- está viejo pero tu primo no quiere deshacerse de él, dice que va cómodo, así que casi cada semana debo zurcirlo. Me gusta que sea tan aprovechado, tu abuelo también lo era. - ¿Lo era abuela? - No sé lo digas a nadie, pero se que tu abuelo ya no está con nosotros. Al principio me consumía la pena y la tristeza, pero un buen día decidí que aunque no estuviera yo iba a hacer como si siguiera aquí conmigo. Y entonces sucedió un milagro, todo mi alrededor se volcó en recordarlo, en hacer para mi cosas que hacía él. Y yo les sigo la corriente. ¿Que te parece mijo? - Muy inteligente abuela. - Se que has cortado el calcetín con unas tijeras, se que lo has hecho para que te mime y te cuide como a tus primos, ya que al vivir tan lejos no puedo atenderte como debería. Llevo muchos años cosiendo para no diferenciar un corte limpio. - Lo siento abuela, es que quería serte útil. - Yo solo con verte rondar a mi alrededor ya soy feliz. - ¿Crees que podría quedarme todo el verano aquí contigo, cuando se marchen mis padres? - Creí que no querías venir al pueblo, que te trajeron a rastras. - Bueno, es que no hay wifi, pero ya no me importa, hay muchas cosas que hacer. - No sé qué será eso, pero sí que hay muchas cosas que hacer, tu abuelo cundía mucho. Si te quieres quedar me harás la mujer más feliz del mundo. Me fui para la cocina. - He pensado en quedarme aquí todo el verano y cuidar de la abuela cuando os marchéis. - Bueno, habíamos pensado en llevarnos a la abuela a vivir con nosotros. - ¿Os llevaréis también al abuelo? - Daniel, el abuelo está muerto. - No para la abuela, y si no podéis llevaros al abuelo es mejor que se quede aquí con él. A ver si va a traer los cubos y no va a tener quién los recoja en la puerta. - No te entiendo hijo. - A quien tienes que entender es a la abuela. Este es su sitio y no, no está demente, solo que su mente no quiere olvidarse de lo que quiso de verdad. Así se madura, llenando cubos en la fuente, como hacía mi abuela, como se hacía antaño, como no deberíamos olvidar las generaciones futuras. La columna reflexiva BUENA LUNA 🥀 💋
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