
Mensajes para tu esencia
June 10, 2025 at 04:28 PM
Tú crees que ella está bien porque no se ha ido.
Porque el refri sigue lleno, la casa sigue funcionando y todavía responde tus mensajes.
Porque camina a tu lado como si nada… como si el suelo bajo sus pies no se estuviera desmoronando.
Pero aquí está lo que muchos hombres no entienden:
Ella ya tiene medio corazón fuera de esa puerta.
No con los pies… sino con el alma. Con el corazón.
Y tú, ni siquiera te has dado cuenta.
Estás demasiado ocupado preguntando qué hay de cenar o perdiéndote en el celular,
mientras ella se rompe en silencio a tu lado.
¿Te acuerdas de cómo te abrazaba por las noches?
¿De cómo se le iluminaban los ojos cuando entrabas a la habitación?
Ahora solo se acuesta…
no por enojo, sino porque ya no le queda nada que dar.
Ese “te amo” que antes salía con fuerza,
ahora es solo un eco vacío,
una respuesta educada para alguien que ya no se siente como pareja,
sino como un desconocido.
Tú piensas que está cansada.
Y lo está.
Pero no de la forma en que tú crees.
Está cansada de no sentirse vista.
De no sentirse tocada, ni escuchada.
Cansada de ser tratada como terapeuta, pero nunca como compañera.
Cansada de darte lo mejor de sí
mientras tú te entretienes viendo videos de otras mujeres bailando en bikini,
como si fueras un adolescente pegado al teléfono.
Antes se arreglaba para ti.
Encendía velas.
Se derretía con tu contacto.
Ahora usa ese mismo suéter gris todos los días—
¿y por qué no?
¿Para qué esforzarse si se siente invisible?
Si tú la miras, pero ya no la ves.
Dices que te importa,
pero tus actos cuentan otra historia.
No la abrazas cuando se queda en silencio.
No preguntas por qué sus ojos están apagados cuando cree que no la miras.
Minimizas su dolor, llamándolo drama, hormonas o exageración—
todo, menos reconocer que es real.
Y mientras tú finges que todo está bien,
ella se ahoga en la soledad de estar con alguien
que dice amarla, pero rara vez lo demuestra.
Tú crees que es solo una etapa.
Que todo pasará.
Que pronto volverá a ser la de antes.
Pero déjame decirte algo:
Ella es la tormenta.
Y la tormenta ya se está yendo.
Las señales estuvieron ahí.
Tú solo no quisiste verlas.
No fueron gritos. Fueron abandonos pequeños, diarios, silenciosos.
Dejó de contarte sus sueños, porque nunca le preguntaste.
Dejó de llorar frente a ti, porque no sabías qué hacer con sus lágrimas.
Dejó de luchar por la relación, porque estaba cansada de ser la única que peleaba.
Ahora guarda su dolor—no porque se le haya pasado,
sino porque ya no confía en ti para mostrártelo.
Pasa más tiempo sola—no para recargarse,
sino porque estar contigo duele más que la soledad.
Aquí va una verdad que muchos hombres solo entienden cuando ya es tarde:
Cuando una mujer guarda silencio,
ya casi no le importa.
Cuando deja de buscarte,
ya dejó de creer que alguna vez vas a sostener su corazón.
Cuando por fin preguntas “¿Qué pasa?”,
ella ya tiene una mano en la perilla de la puerta
y la otra en su propia espalda, susurrándose:
“Tienes permiso de irte.”
Cuando una mujer deja de luchar,
es porque ya se fue… aunque siga ahí.
Entonces tú dices que cambió.
Que se volvió fría.
Que no viste venir nada de esto.
Pero, hermano… ¿eres ciego?
Dices que estás “en sintonía”,
¿pero con qué?
¿Con tu ego? ¿Con tus excusas?
Ella te ha estado rogando por meses.
Con su silencio.
Con su ausencia emocional.
Con la tristeza en sus ojos.
Ha gritado con su cuerpo—
cuando dejó de buscar el tuyo.
Y tú seguiste…
distraído, distante, a la defensiva.
Siendo amable con desconocidas
y frío como hielo en casa.
¿Ahora sí quieres saber qué hacer?
Empieza por presentarte.
Con presencia. Con humildad. Con verdad.
Deja de querer “arreglar todo” y empieza a escuchar.
Déjala desahogarse. Déjala llorar.
Déjala decir todo eso que has evitado durante años—
aunque te duela.
Porque escucharla podría obligarte a mirar en el espejo
y enfrentar al hombre en el que te convertiste.
Quédate ahí, incómodo, como un hombre maduro.
Porque si no lo haces—
si sigues eligiendo la comodidad por encima del coraje—
otro vendrá y le dará el amor que tú no supiste darle.
Ella no es un enigma.
Es un espejo.
Mostrándote todo lo que no quisiste ver.
Y ha estado esperando—
suplicando—
que la elijas.
Que te presentes de verdad.
Que sueltes las distracciones y las excusas.
Despierta.
Antes de que esa mujer que lo dio todo por ti,
aprenda a darse ese mismo amor a sí misma…
y luego a alguien más.
Y déjame decirte algo, claro y fuerte:
La próxima vez, ella no va a caer por un hombre lleno de potencial,
con palabras vacías y sin el valor de amarla como merece..
- Créditos a quién corresponda
❤️
👍
😢
🙏
😮
😂
133