El arrianismo es una doctrina teológica cristiana del siglo IV, desarrollada por el presbítero Arrio, que negaba la plena divinidad de Jesucristo. Según Arrio, Jesús era una criatura creada por Dios Padre, subordinada a Él, y no coeterno ni consustancial con el Padre. Esta creencia contrastaba con la doctrina trinitaria ortodoxa, que afirma que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres personas distintas pero de la misma sustancia divina. Puntos clave del arrianismo: Subordinación de Cristo: Arrio enseñaba que el Hijo fue creado por el Padre en un momento específico, por lo que no es eterno. Sostenía que "hubo un tiempo en que el Hijo no existía". Naturaleza de Cristo: Para los arrianos, Cristo era superior a los seres humanos, pero inferior a Dios Padre en términos de divinidad. Rechazo de la consustancialidad: Arrio negaba que el Hijo fuera de la misma sustancia (homoousios) que el Padre, como se estableció en el Concilio de Nicea (325 d.C.). Contexto histórico:El arrianismo generó intensos debates teológicos en el Imperio Romano, dividiendo a la Iglesia primitiva.Fue condenado como herejía en el Concilio de Nicea, que definió la doctrina trinitaria y el Credo Niceno.A pesar de su condena, el arrianismo persistió durante siglos, especialmente entre algunos pueblos germánicos, como los visigodos, hasta su conversión al cristianismo ortodoxo.Impacto:El arrianismo desafió la unidad doctrinal del cristianismo y llevó a la clarificación de la teología trinitaria. Aunque fue finalmente superado por la ortodoxia nicena, su influencia marcó un punto crucial en la historia del cristianismo primitivo.