*Morenito, la consagración de un torerazo en Vic*, _por Marcos Sanchidrián_ *Morenito de Aranda siente en su corazón, en su cabeza y en sus muñecas que está en el momento de cambiar su estatus en el toreo*. Y la forma de que se entere todo el mundo era con una gesta con mayúsculas en una plazas exigente como Vic y con la televisión para que lo vea todo el mundo. Cuando rodó el sexto se certificó la consagración de un torero poderoso, que conoce al toro y sus misterios, que domina la lidia y la técnica, que es dueño de los chismes desde el palillo hasta el último hilo de la muleta. Porque emocionar con el bueno y ser capaz de domeñar al malo está al alcance de muy pocos toreros en el escalafón. A Morenito hay que hacerle hueco porque da gusto verle. Las tardes en solitario hay que contarlas toro a toro, porque en el orden de los acontecimientos, y de la suerte, tiene su explicación una gesta de estas características. *Empecemos por el principio.* En el primero se conjugaron los veinte años de alternativa de Morenito de Aranda. *Sabiduría, clase y categoría*. Dominó cada vuelo, cada toque, controló los tiempos de la lidia y dio lo que el bueno de Flor de Jara precisó. No es fácil estar a la altura de un toro bravo cuando quedan cinco en chiqueros. Cotorro-51 tuvo unas hechuras perfectas. De los que se le ve la penca del rabo. Morenito se fue a la puerta de chiqueros para recibirlo. *La lidia fue simplemente perfecta, con excelente colaboración del picador Gabin Rehabi* que toreó a caballo de forma magistral. Tres veces le puso al caballo, tres veces empleándose, la media para colocarlo en el tercer encuentro fue de un gusto tremendo. El cárdeno tuvo fijeza y humillación superiores, sobre todo, por un pitón izquierdo sensacional. El de Aranda mandó, obligó en naturales enormemente largos. Sin un enganchón, sin un fallo. Despacio, muy despacio. *Morenito llegó a torear con la suavidad y con el gusto con que se torea de salón*. La espada quedó un punto baja y el público dejó el premio en una oreja. Manseó el segundo de Araúz de Robles en el caballo, yéndose de najas en cuanto sentía el hierro de Héctor Piña. Un toma y daca temperamental. Un toro duro y un torero encastado. La sensación de solvencia es apabullante. Quedaban cuatro en los chiqueros, pero no se dejó ni una embestida sin dominar sin torear. *Un toro para sacarte el aire y que deja en evidencia el momento de un torero*. Hubo emoción en cada embroque pero el torero tuvo la generosidad de no dejarse nada para el siguiente. Otra vez, la espada quedó un poco baja y, creo, el público tomó partido por la aspereza del toro aunque le reconoció con una ovación. Toronjero-47, ovacionado de salida, fue más basto de hechuras, alto de cruz, zancudito, y tuvo una salida espectacular, rematando en los burladeros. El de Flor de Jara se vino arriba en el caballo de Iván García Marugán, empleándose, yendo al peto con alegría y humillando a la salida. Cuando el caballo tiene un peso y unas dimensiones más acordes al toro, la pelea es grandiosa. Esta vez directamente en los medios y con la muleta en la mano izquierda, a base de suavidad, lo convenció. Los naturales fueron cumbres. Cada uno más largo que el anterior. El trincherazo tuvo una profundidad de romperse. El calor hacía mella en la tarde. Al ecuador de la encerrona, Morenito no pudo dosificarse ni un segundo. Exigencia máxima. Al castaño cuarto de Araúz de Robles lo recibió con cadenciosas verónicas para sacarse al toro a los medios. El tercio de varas volvió a respirar aire campero. Evitó en dos ocasiones que el toro fuera al relance, lo colocó con paciencia, dando importancia a la suerte. Este tenía ímpetu pero sin entrega. Así comenzó Morenito, rodilla en tierra, para quitar ese fuego que tenía la embestida de Cantarero-41. Fue trabajo de ciencia y sabiduría para controlar las distancias y las alturas. Ni un alarde a la galería, como toda la tarde. A las alturas de festejo en la que estábamos fue de un mérito sideral. Lo mató de estocada caída. El quinto, de *Flor de Jara*, mostró de salida que aquella pelea no iba a ser nada fácil. Pero cuando un torero está en sazón, ninguna meta es imposible, así que se fue a los medios para empezar pronto y en la mano. Morenito le dio toda la confianza para que rompiese si de verdad lo tenía dentro… *Aún así persistió, se cruzó a pitón contrario y el toro tuvo que embestir por cojones. Los del Moreno, que le arrastran.* Una faena inventada por él, por su fe. Una faena que tiene que cambiar el estatus de un torero. Vertical, entregado, ese momento en que da igual lo que pase. Un paso adelante, está la gloria o la muerte; un paso más atrás, la nada. A este lo mató en la yema, tirándose derecho, pero un punto tendida. A pesar del descabello, la faena fue tan importante que fue premiado con una oreja. Aparecieron los calambres, el esfuerzo, la exigencia de una tarde terrible en lo taurino y lo climatológico. Un titán. Ni la ultra trail más dura del mundo. Aún quedaba en chiqueros el sexto de Araúz, sin clase y sin fijeza. A pesar de lo que Morenito llevaba encima, aguantó miradas y paradas en los muslos. Una prenda pero no se arredró y también quiso hacerle faena. *Ni una manoletina, ni una bernardina, ni una mirada al tendido para buscar un aplauso caritativo y cómplice. Morenito honró el traje de luces y dignificó la profesión. Enhorabuena.*