¿Qué significa ser ciego? (El ego) Últimamente me lo pregunto más seguido. No desde la teoría, no desde lo que dice un manual ni desde lo que se enseña en una charla inclusiva. Me lo pregunto desde dentro. Desde lo que veo —sí, lo que veo— en muchos de nosotros. Y lo que no queremos ver. ¿Qué significa ser ciego? ¿No ver con los ojos? ¿Adaptarse a un mundo que muchas veces no está hecho para ti? ¿Aprender a usar un bastón, una línea braille, una app, un perro guía? ¿Romper barreras? ¿Ser resiliente? ¿Luchar cada día? Quizá todo eso, sí. Pero también, a veces, ser ciego duele por otra razón. Porque somos ciegos… y también humanos. Y como tales, no estamos exentos de caer en algo aún más peligroso que la oscuridad: El ego. He sentido —y me duele escribirlo— que en lugar de apoyarnos más, a veces parece que nos desgastamos en peleas pequeñas. Por reconocimiento, por quién sabe más, por quién tiene el mérito. Por figurar. Por no soltar. Por miedo. Nos cuesta celebrar el logro ajeno. Nos cuesta unirnos de verdad. Nos cuesta escucharnos sin pensar que el otro quiere quitarnos algo. Y lo que es peor: muchas veces hablamos de inclusión… pero no la practicamos entre nosotros. Yo no me siento superior a nadie. No lo digo desde un altar ni con el dedo en alto. Lo digo desde mi vulnerabilidad. Desde mi propio esfuerzo diario por no dejarme arrastrar por ese ego que a veces quiere colarse disfrazado de pasión, de experiencia o de razón. Porque sí: ser ciego también puede significar mirar hacia dentro. Y reconocer que necesitamos sanar. Que necesitamos comunidad, no competencia. Espacios de escucha, no de juicio. Puentes, no trincheras. ¿Y si el verdadero acto de ver no está en los ojos, sino en el alma? ¿Y si la ceguera más peligrosa no está en la retina, sino en el corazón endurecido por el ego? Ser ciego… Tal vez sea una invitación. Una puerta abierta a aprender a ver con otros sentidos. A mirar con humildad. A reconocer nuestras sombras… pero también a dejar pasar la luz. Una luz que no es mía ni tuya. Es de todos. Y solo brillará si dejamos de competir y empezamos a compartir. Con afecto sincero, sin adornos, y con la esperanza de que algún día lo entendamos. Juan Carlos Martín Martín ________________________________________ #cartasinfinitas ________________________________________