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June 11, 2025 at 10:56 PM
Soy albañil… pero tengo tres Airbnbs que no son míos
Así empezó todo
Me llamo Juan, tengo 46 años, y he trabajado en obra desde los 16. Me sé el cemento, el yeso y los fierros mejor que muchos ingenieros. Pero la neta… siempre fui pobre.
No por huevón, sino porque trabajaba duro, pero sin estrategia.
Hasta que un día, nos tocó remodelar una casa de esas “coloniales” que iba a usarse como Airbnb. La dueña era una señora suiza, flaquita, bien vestida, que no hablaba mucho español, pero sí sabía cómo cobrar en dólares.
Yo le pregunté con curiosidad:
—¿Y usted vive aquí?
Me respondió:
—No, lo manejo desde Zurich. Solo veo los depósitos.
Y ahí me explotó el cerebro.
El punto de quiebre
Ese día me puse a buscar videos en YouTube. Encontré un señor que explicaba cómo subarrendar legalmente y ganar con Airbnb sin tener casa propia.
No dormí. Abrí grupos de Facebook. Me metí a foros. Me inscribí a un curso baratón y entendí lo básico: pides permiso, decoras bonito, y das buen servicio. Suena fácil. No lo es. Pero sí se puede.
Fui con un cliente con el que trabajé antes. Le dije:
—¿Y si le administro su casita? Usted gana sin mover un dedo, yo también, y la dejo de revista.
Le gustó. Me prestó una propiedad en desuso. Le metí vida: pinté, metí cama de segunda, sábanas nuevas, velitas, hasta una guía con lugares chidos cerca.
Subí las fotos con mi cel. Puse un nombre llamativo: “Refugio Colonial en el Corazón de Puebla”.
En tres días, primera reserva. Dos noches.
Lo que gané en ese fin de semana me hubiera tomado una semana entera pegado a la mezcla.
Hoy tengo tres espacios así. Uno en casa de un tío, otro de un cliente, y uno en sociedad con un compa. Ninguno es mío, pero todos me dan cada semana.
Lo que nadie me dijo
Nadie me dijo que el Airbnb también es para los que saben usar la cabeza… no solo para los que tienen propiedades.
Nadie me dijo que podía pasar de cargar costales a gestionar reservas.
Y nadie me dijo que las habilidades de obra… también sirven para montar experiencias.
Mi esposa me ayuda con la limpieza, mi hija menor con el WhatsApp y las fotos. Somos un equipo. Con plan. Con visión.
No somos ricos. Pero ya no vivimos al día.
Esto aprendí
• No tener casa no es excusa. Es punto de inicio.
• Si sabes arreglar, sabes decorar.
• Los dueños que no usan sus casas… son socios en potencia.
• La clave es pedir permiso, no perdón.
• Airbnb no es para ricos. Es para listos.
• Atención al detalle = reseñas buenas = más reservas.
• Lo que no tienes… lo puedes gestionar.
Una señora que nos rentó nos dejó una nota:
“Gracias por el lugar. Se nota que lo hacen con amor.”
Y la neta sí. Porque este proyecto nos devolvió algo que ya habíamos enterrado:
La idea de que también nosotros podíamos crecer. Aunque fuera desde el piso.