El lunes 09 de junio, el Presidente del Colegio Médico Colombiano, Stevenson Marulanda Plata estuvo presente en el lanzamiento del libro Pergamino Médico. Vida y obra del urólogo vallenato Oswaldo Angulo (Q.E.P.D.), escrito por su hijo Oswaldo Mauricio, que se llevó a cabo en el Auditorio de la Universidad del Área Andina. Tuve el honor de escribir el epílogo para esta obra, aquí un aparte: Así como el ficticio doctor Juvenal Urbino —quien, en El amor en los tiempos del cólera, mediante un acto médico olfativo forense post mortem, detectó el inconfundible olor a almendras amargas característico del cianuro, evitando así la autopsia de su amigo, el fotógrafo de niños antillano—, así mismo, Oswaldo Angulo, con un acto médico clínico y profundamente humanitario, evitó la autopsia del niño de Poponte, asado en fiebre. La vocación humanitaria, el conocimiento y la destreza clínica de aquel acto —ejecutado por un médico general en el Macondo profundo, real y verdadero— triunfaron, contra todo pronóstico, sobre la tragedia de un certificado de defunción, como el que recibieron los padres de Santiago Nasar. Ese Santiago Nasar que, en la vida real, fue Cayetano Gentile Chimento, estudiante de medicina de la Universidad Javeriana, asesinado en Sucre, Sucre, en 1951 por cuestiones de honor vaginal, y cuya muerte inspiró Crónica de una muerte anunciada. De no haber sido por aquel noble acto médico, que logró desinflamar la sangre del niño y resucitar sus órganos, su certificado fúnebre en el libro de defunciones de Chiriguaná —como una lápida fría y definitiva— habría rezado, inevitablemente: Causas de muerte: 1. Causa inmediata: paro cardiaco por acidosis metabólica, debida a 2. Falla múltiple de órganos, debida a 3. Peritonitis generalizada, debida a 4. Apendicitis aguda perforada y necrosada, de nueve días de evolución sin tratamiento.