18 de Mayo 𝘽𝙚𝙣𝙙𝙚𝙘𝙞𝙧𝙚́ 𝙖 𝙢𝙞 𝙥𝙪𝙚𝙗𝙡𝙤 𝙮 𝙖 𝙨𝙪𝙨 𝙝𝙤𝙜𝙖𝙧𝙚𝙨 𝙖𝙡𝙧𝙚𝙙𝙚𝙙𝙤𝙧 𝙙𝙚 𝙢𝙞 𝙘𝙤𝙡𝙞𝙣𝙖 𝙨𝙖𝙜𝙧𝙖𝙙𝙖. 𝙀𝙣 𝙡𝙖 𝙩𝙚𝙢𝙥𝙤𝙧𝙖𝙙𝙖 𝙤𝙥𝙤𝙧𝙩𝙪𝙣𝙖 𝙡𝙚𝙨 𝙚𝙣𝙫𝙞𝙖𝙧𝙚́ 𝙡𝙖𝙨 𝙡𝙡𝙪𝙫𝙞𝙖𝙨 𝙦𝙪𝙚 𝙣𝙚𝙘𝙚𝙨𝙞𝙩𝙚𝙣; 𝙝𝙖𝙗𝙧𝙖́ 𝙡𝙡𝙪𝙫𝙞𝙖𝙨 𝙙𝙚 𝙗𝙚𝙣𝙙𝙞𝙘𝙞𝙤́𝙣. 𝙇𝙤𝙨 𝙝𝙪𝙚𝙧𝙩𝙤𝙨 𝙮 𝙡𝙤𝙨 𝙘𝙖𝙢𝙥𝙤𝙨 𝙙𝙚 𝙢𝙞 𝙥𝙪𝙚𝙗𝙡𝙤 𝙙𝙖𝙧𝙖́𝙣 𝙘𝙤𝙨𝙚𝙘𝙝𝙖𝙨 𝙖𝙗𝙪𝙣𝙙𝙖𝙣𝙩𝙚𝙨 𝙮 𝙩𝙤𝙙𝙤𝙨 𝙫𝙞𝙫𝙞𝙧𝙖́𝙣 𝙨𝙚𝙜𝙪𝙧𝙤𝙨. 𝙐𝙣𝙖 𝙫𝙚𝙯 𝙦𝙪𝙚 𝙮𝙤 𝙧𝙤𝙢𝙥𝙖 𝙡𝙖𝙨 𝙘𝙖𝙙𝙚𝙣𝙖𝙨 𝙙𝙚 𝙨𝙪 𝙚𝙨𝙘𝙡𝙖𝙫𝙞𝙩𝙪𝙙 𝙮 𝙡𝙤𝙨 𝙧𝙚𝙨𝙘𝙖𝙩𝙚 𝙙𝙚 𝙦𝙪𝙞𝙚𝙣𝙚𝙨 𝙡𝙤𝙨 𝙚𝙨𝙘𝙡𝙖𝙫𝙞𝙯𝙖𝙧𝙤𝙣, 𝙚𝙣𝙩𝙤𝙣𝙘𝙚𝙨 𝙚𝙡𝙡𝙤𝙨 𝙨𝙖𝙗𝙧𝙖́𝙣 𝙦𝙪𝙚 𝙮𝙤 𝙨𝙤𝙮 𝙚𝙡 𝙎𝙚𝙣̃𝙤𝙧.” 𝙀𝙯𝙚𝙦𝙪𝙞𝙚𝙡 34:26-27 (𝙉𝙏𝙑) Amado hijo, estoy visitando tu tierra. Aquella que ha estado seca, árida y olvidada, la tierra de tu corazón. He visto tu sed, he sentido tu cansancio, y aunque te has alejado de mi presencia, no he dejado de mirarte. Hoy, desato mi lluvia sobre ti —una lluvia de gracia, de presencia, de restauración. Donde hubo desierto, haré florecer un huerto; donde hubo silencio, traeré mi voz; donde hubo confusión, hablaré con claridad. Te llamaré nuevamente a mi secreto, y ahí te mostraré visiones, planes y sueños que llevan mi firma. No es el fin, es el comienzo. Estoy abriendo ventanas de los cielos sobre tu vida, y los que se atrevan a creer verán bendición sobreabundante. No ignores la inquietud que te embarga, es mi Espíritu despertándote al nuevo tiempo. Has estado en dolores de parto, pero lo que nacerá de ti será santo, puro y lleno de mi propósito. Visiones, música, palabras, estrategias… todo vendrá de mí y marcará tu nueva temporada. Mi gracia viene sobre ti como un río. Escucha mi voz, que resuena en tu interior con amor: ‘¿Qué haces aquí?’ Este no es tu lugar. Tu lugar es en mi victoria, en mi presencia, en mi propósito. Yo no te di espíritu de cobardía, sino de amor, poder y dominio propio. Levántate. Este es tu tiempo. No temas. Yo soy quien destruye a tus enemigos. Te llamé para las naciones, y aún hay mucho por recorrer. El infierno no podrá detener lo que yo ya he decretado sobre ti, porque tú eres mío.” 𝙇𝙖 𝙫𝙤𝙯 𝙙𝙚𝙡 𝙎𝙚𝙣̃𝙤𝙧 𝙧𝙚𝙩𝙪𝙚𝙧𝙘𝙚 𝙡𝙤𝙨 𝙛𝙪𝙚𝙧𝙩𝙚𝙨 𝙧𝙤𝙗𝙡𝙚𝙨 𝙮 𝙙𝙚𝙨𝙣𝙪𝙙𝙖 𝙡𝙤𝙨 𝙗𝙤𝙨𝙦𝙪𝙚𝙨. 𝙀𝙣 𝙨𝙪 𝙩𝙚𝙢𝙥𝙡𝙤 𝙩𝙤𝙙𝙤𝙨 𝙜𝙧𝙞𝙩𝙖𝙣: «¡𝙂𝙡𝙤𝙧𝙞𝙖!». 𝙎𝙖𝙡𝙢𝙤 29:9 (𝙉𝙏𝙑)