*¿Por qué nos confesamos?* La confesión no es una invención humana, sino un don de Cristo a su Iglesia. A través de ella, experimentamos la misericordia de Dios de forma concreta y sacramental. 🔹 Jesús dio el poder de perdonar pecados Después de resucitar, Jesús confió a sus apóstoles esta misión: "Reciban el Espíritu Santo. A quienes les perdonen los pecados, les quedarán perdonados..." (Juan 20,22-23). Así, instituyó el sacramento de la reconciliación como medio visible para otorgar el perdón. 🔹 La confesión en los orígenes de la Iglesia Desde los primeros siglos, los cristianos confesaban sus pecados, como señala Santiago: "Confiésense unos a otros sus pecados y oren unos por otros..." (Santiago 5,16). 🔹 El sacerdote: instrumento de Cristo San Pablo enseña que Dios actúa a través de sus ministros: "Nos confió el ministerio de la reconciliación..." (2 Corintios 5,18). El sacerdote no perdona en su nombre, sino en el nombre de Cristo y por el poder del Espíritu Santo. 🔹 ¿Qué frutos espirituales ofrece la confesión? - Reconciliación con Dios y la Iglesia - Paz interior y fuerza para vencer el pecado - Crecimiento espiritual a través del examen de conciencia 🔹 ¿No basta con confesarse solo a Dios? Claro que es bueno pedir perdón en oración personal. Pero Jesús quiso que el perdón también se reciba sacramentalmente, como signo visible de su gracia. "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos..." (1 Juan 1,9). La confesión es un encuentro personal con Cristo, que nos restaura, nos levanta y nos abraza con su perdón. Más que un juicio, es un abrazo de misericordia.