
El Sótano De Kris 🎀
June 18, 2025 at 02:30 AM
MELINA "MALU" GÓMEZ (16) – “LA TARADA”
Nació en algún barrio del sur de México donde el calor derrite las paredes, los perros no ladran de cansados y el polvo cubre los sueños como una manta húmeda. Era clase baja, sí, pero no la que se rescata con voluntad y buenas notas. Era la otra: la que te arrastra. La que te hace crecer con hambre aunque comas, con miedo aunque nadie te esté mirando. Esa donde ser mujer es doble sentencia.
De chica no entendía nada. De grande, entendía demasiado.
A los siete, el novio de su mamá —ese tipo que olía a cigarro y perfume barato— trató de hacerle algo. Ella gritó. La madre no preguntó por qué. Se separó del tipo porque la engañó con otra, no por lo que le hizo a su hija. Malu lo supo. Lo entendió. Y desde entonces, dejó de hablar más de la cuenta.
Repetir año no fue una sorpresa. No se le da bien la escuela, no porque no sea lista —aunque eso digan— sino porque nunca aprendió a concentrarse en cosas que no la salven. Le cuesta leer. Le cuesta memorizar. Pero tiene memoria de otras cosas: de gestos, de tonos, de silencios. Es como una cámara que nadie ve, pero graba todo.
A los 14, lo conoció.
Veinte años. Flaco, bronceado, sonrisa de esas que te hacen sentir linda aunque vengas de llorar. La encontró sentada en una plaza, con la mochila medio rota y los ojos más rotos aún. Le dijo que no era tan tonta como creía. Le preguntó su nombre como si le importara.
A los 14, Malu le dio todo. Hasta lo que no entendía.
Y todavía está con él.
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¿CÓMO LLEGÓ A LAS PERRAS?
No era parte del grupo original. Cayó ahí después de repetir. No la esperaban. No la querían. No la necesitaban.
Pero Malu no habla mucho. No molesta.
Y eso, para un grupo como ese, vale oro.
Al principio, la ignoraban. Después, la miraban de reojo. Después, ya estaba ahí.
En el fondo del aula. Escuchando. Mirando. Aprendiendo.
Nunca anotaba nada. Ni en clase, ni en las conversaciones.
Pero lo sabía todo.
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MARÍA DEL MAR – LA MATADA
El día que murió María del Mar fue como cuando un vidrio explota: el ruido vino de adentro, pero todos miraron hacia afuera.
Nadie sabe bien qué pasó.
Oficialmente, fue un aborto mal hecho. María sangró hasta morir en el baño del colegio.
Pero Malu sabe otra cosa.
Melina vio algo.
Ana Ceci estaba ahí.
“La Mustia.”
Esa que rezaba pero también mentía. Esa que ponía cara de víctima aunque siempre supiera lo que hacía. Esa que la empujó a eso.
No fue a la fuerza. No fue con intención, diría cualquiera.
Pero Melina lo vio. Y no dijo nada.
Porque ¿quién iba a creerle?
¿La “burra”? ¿La que repitió? ¿La que se enamoró de un tipo que ya votaba mientras ella aún vivía con peluches?
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MAMÁ
La mamá de Malu es esa mujer que nunca entendió la diferencia entre cuidar y alimentar. Que sí, trabaja cuando puede, pero se gasta la pensión que manda el padre en uñas, en birras, en boludeces.
Del padre, ella no sabe nada.
Solo que vive lejos. Que manda plata. Que no llama.
Y que su vieja es la única que sabe dónde está.
Pero no le va a decir.
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EL SILENCIO COMO SISTEMA
Malu no es muda. Solo aprendió que hablar es perder.
Que a veces es mejor callar y sobrevivir.
Que a veces la única forma de tener poder es saber cosas que los demás no saben que vos sabés.
Así se mueve por el aula.
Así sobrevivió en su casa.
Así sigue con ese novio que tiene 22 y que la sigue tratando como si aún tuviera 14.
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¿Y SI HABLARA?
¿Qué pasaría si dijera lo que vio?
Si se parara en medio del aula y dijera:
> “Yo la vi. Fue Ana Ceci. No sé si quería matarla, pero la mató igual.”
¿Qué harían las otras? ¿Le creerían? ¿O le dirían tarada y le cerrarían la boca?
Malu no lo va a decir.
Porque el silencio le dio un lugar.
Porque el silencio la protegió.
Y porque en su mundo, decir la verdad no salva.
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Melina no es una heroína.
No es brillante.
No es especial.
Pero sabe cosas que las otras no.
Y quizás, un día, cuando todo se venga abajo,
será ella la que tenga la última palabra.
O el último silencio.
😧
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