*Reporteros Comunitarios #LuisLópez UN TELEFONO UN REPORTERO*
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June 17, 2025 at 04:13 PM
*UNA VIDA, UNA CAUSA PARA VIVIR, LA LIBERTAD* *Por Rubén Contreras* Variadas veces en la historia de los pueblos, acontecen hechos y situaciones que generan tragedias personales, que signan el comportamiento de los seres humanos y la angustia de los ciudadanos. Ese fue el caso ocurrido en La Guayra, a raíz de la develación de la conspiración promovida y liderada por Manuel Gual y José María España, en 1797, en la cual los representantes de la Corona española, en las personas de Pedro Carbonell y Manuel Guevara Vasconcelos, investidos con la autoridad política administrativa de ser los Capitanes Generales de la Capitanía General de Venezuela, desde los años de 1797 en adelante, demostraron el peso y la fuerza de la autoridad, al someter a juicio y pena capital a una buena parte de los conjurados de dicha conspiración; pero en la que se demostró saña y retaliación, fue en el proceso llevado a cabo con motivo del enjuiciamiento de la esposa de José María, la señora Josefa Joaquina Sánchez, quien fue condenada al encierro en la casa de La Misericordia de Caracas, con la finalidad de expiar sus culpas, a partir del año de 1799. Una Gesta por la Libertad Con una formación virtuosa y proveniente de familia de buenos principios, al casarse con Josefa Joaquina con José María España, se integró la joven casamentera al mundo de las ideas y de las pasiones que encarnaba el Justicia Mayor de Macuto, y empezó a participar conjuntamente con su esposo en las diversas reuniones a las cuales acudían los amigos comprometidos con la causa de la libertad liderados por él y por el Capitán retirado de las milicias, Don Manuel Gual, quienes descarnaban objetivamente el acontecer venezolano de esos momentos y pugnaban por soluciones para un mundo mejor, regido por la libertad. Se prodigaba Josefa Joaquina en las labores del hogar, porque aparte de atender las obligaciones de esposa y de la casa, estaban incluidas en ellas la atención hacia sus ocho hijos, quienes eran la razón de la vida de tan apreciado matrimonio, y por los cuales consideraban que era un imperativo cambiar el orden de cosas imperantes hasta ese momento en lo que conocían como patria. Ya en el año de 1796, contaron con otro valor agregado a sus ideas cuando contaron con las ideas y presencia de los reos de estado, que habían participado en la conspiración conocida como Los Cerrillos de San Blas en España, para tratar de deponer al Rey Carlos IV, liderados por Juan Bautista Picornell, Sebastián Andrés, José Lax, Manuel Cortéz Campomanes, entre otros, con quienes se da una conjunción de ideas y esfuerzos, por sentar las bases de una república sin distingos de clase, sexo, pero con la aspiración de un mundo mejor en el cual no imperase la división de clases sociales. Al conocerse la propuesta de los conjurados, estos salen abruptamente hacia el exterior, teniendo como destino inmediato las islas del Caribe, tocándole a Josefa Joaquina Sánchez la coyuntura de ese problema y tener que alentar a quienes no fueron hechos presos y mantener la llama viva de conspiración, y eso fue lo que hizo, hasta que regresó su esposo después de deambular durante más de un año por las islas caribeñas. Comienza el viacrucis Al producirse la detención de José maría España, aquel 29 de abril de 1799, empezó a vivir la señora Josefa Joaquina la tragedia en carne propia, ya que conminada a abandonar su casa, fue trasladada como rea de estado a un lugar lúgubre de Caracas, conocido como La Casa de la Misericordia, sitio de reclusión para niños expósitos, reos de delitos comunes, mendigos, mujeres con problemas de razón y ciudadanos pobres con severas deficiencias mentales. Así empezó a padecer uno de los viacrucis más horrendos persona alguna por creer en la causa justa y noble de la libertad. Vía crucis que posiblemente menguó su vida en cuanto a su condición física, pero nunca la razón de su existencia, ni doblegó su espíritu indomable y su hidalguía de mujer amante de la libertad. A partir de aquel 30 de abril de 1799, cambió drásticamente la vida de esa mujer, estaba encerrada en una casa de reclusión y de corrección, apartada de sus seres queridos, en especial de sus hijos que empezarían a partir de ese momento a sentir la ausencia obligada de sus padres, por un tiempo prolongado, rompiéndose así esa relación maternal, pero estaba allí por algo digno, creer en la libertad y en un mundo mejor. Comienza así un nuevo ciclo de vida en Josefa Joaquina, mujer abnegada, madre de familias, esposa consecuente y visionaria de la libertad y amante de la racionalidad y en especial de lo que consideraba su patria. Ahora estaba sometida a los vejámenes de sus carceleros, quienes no tenían ninguna compasión por ella. Le deparaba un futuro incierto del cual no esperaba nada bueno conociendo como había sido el tratamiento a insurrectos que le habían precedido en Venezuela y América, Juan Francisco de León en Panaquire, el zambo Andresote en Yaracuy, el negro Pírela en Maracaibo, José Leonardo Chirino en Coro, en Perú José Gabriel Condorcanqui, el famoso Túpac Amaru, llamado el descendiente de los emperadores incas y ahora en Caracas su amado esposo, era ella la esposa de un reo de alta traición y ni siquiera por estar en estado de gravidez, esperando una vida nueva en su interior tendría consideración alguna en el trato o en una mullida cama para descansar su cuerpo físico, ya que el mental estaba atrapado en las angustias de la inconformidad. Sólo el piso frío de la celda va a ser el contacto permanente que va a tener su cuerpo, el cual a constatar la dureza de los materiales agrestes que no conocen ni internalizan los deseos y aspiraciones, de quienes piensan y se atreven a expresar ideas y luchar por su libertad. Comienza el aprendizaje de la amargura silente de los oprimidos, ya que cuando escucha la algarabía en la calle de los transeúntes aquel ocho de mayo de 1799, se entera que llevan al reo al ajusticiamiento y tiene que tragarse el dolor de la muerte del esposo, del precursor, sin tener con quien compartir su pena, sólo queda la resignación de saber que la llama de la libertad no muere allí y otros pudieran seguir el ejemplo libertario. En ese momento piensa en sus hijos, podrán ellos tener una vida diferente, serán capaces de dar el paso audaz para liderar a los románticos amantes de la libertad, a quienes creen en la igualdad de clases que plantearon José María y Manuel Gual, o también serán devorados por el despotismo primitivo que encarna la monarquía española. Ideas que bullen en su mente cautiva por la desesperanza, pero el recuerdo cariñoso y altivo de su esposo hace que se levante su ánimo y recapacita, puede más la llama de la libertad que renace en su pecho de mujer patriota, herida pero consciente de su realidad, que las penurias sufridas por las intemperancias de sus opresores. Fueron diez años largos sumergida en esa prisión, a la cual apenas llegaban las noticias de lo que acontecía afuera a través de conversaciones de las monjas y de los familiares de los reos, de las esclavas que cuidaban a algunas señoras recluidas allí como ella, pero fueron diez años eternos que no se le desea a ningún semejante, sin ver a sus vástagos, sabía que vivían, estaban estudiando, creciendo, con la ausencia maternal, pero Josefa Joaquina tenía un motivo aparte del recuerdo de su esposo, recordaba como amamantó de su pecho a todos sus infantes quienes estaban en esos momentos ya adolescentes, desde el primero bautizado con el nombre de Bernardino en 1784 y al cual le sucedieron Germana María, luego Valentina Soledad, Francisca Josefa, José María, Prudencio José, Cosme Damián y cerraba José Asunción nacido en 1796, ya que en la prisión perdió al quien inocentemente delató a su padre. Ellos eran ahora la razón primordial de su existencia, por ellos soportó estoicamente dentro de los fríos aposentos del convento de la Misericordia la pena de la soledad y la tristeza del aislamiento, por llevar con orgullo y dignidad el apellido de José María España, el Precursor guayreño de una realidad libertaria, quien conjuntamente con Manuel Gual diseñó la Bandera, que es hoy el símbolo histórico del Estado Vargas, por la iniciativa de la Sociedad Bolivariana de dicho estado, y fue la bandera que esa mujer bordó en sus momentos de alegría, inspirada en el amor y la libertad. Otro comienzo. Otra vida para ver los inicios de la gesta por la libertad. Se integraba nuevamente Josefa Joaquina a la vida familiar con el cuerpo minado y agotado por la mala alimentación, la falta de atención en materia de salud, mallugado por la dureza de los materiales que le servían de aposento, ya no era la misma físicamente, pero la llama de libertad era avivada con más fuerza, con la fragua de la esperanza de que esos papeles guardados desde la conspiración y exteriorizados por el juez inquisidor designado por el Capitán General Pedro Carbonell, el abogado francisco Espejo, lleguen a manos de los patriotas, que sepan entenderlos, estudiarlos y ponerlos en práctica, siempre hay una esperanza y esos seres predestinados por la providencia para hacer historia, tienen un momento en que llegan a comprobar sus sueños y sus ideales se hacen realidad. Así sucedió cuando el 16 de julio de 1810, después de haberse constituido La Junta Suprema de Caracas, Conservadora de los Derechos de Fernando VII, inició la génesis de la independencia el 119 de abril, Francisco de Miranda, el otro precursor del idealismo republicano y libertario le está mostrando a los caraqueños, el pabellón tricolor diseñado por él como símbolo histórico de la nueva república venezolana y va al portal de la casa de los España y les da el pabellón a los hijos, a José María y Prudencio, para que la ondeen y muestren como señal y símbolo de la libertad, reivindicando así la memoria del proto mártir guayreño, de José María España. En el recuerdo de los tiempos. El testimonio de esa vida agreste, dura, pero moldeada por las circunstancias que vivió Josefa Joaquina Sánchez, encarna a la mujer venezolana y latinoamericana de todos los tiempos, de la madre abnegada que quiere un mundo mejor para los suyos, colmado por la justicia, por el amor, la solidaridad, la amistad, valores inalienables para los hombres y mujeres de bien y pudiéramos decir nosotros hoy, que esas penurias y maltratos que sufrió y confrontó la heroína guayreña, sirvieron para macerar su temple de acero, que cada día que pasaba encerrada era alimento para moldear su conducta y alimentar el numen de la libertad. Hoy ese testimonio imperecedero de las vivencias y sufrimientos que padeció Josefa Joaquina Sánchez Bastida, es ejemplo para cada uno de los venezolanos y en especial para las mujeres venezolanas, que copan casi todos los espacios y estamentos de la sociedad venezolana, dentro de las cuales la gran mayoría cumple un rol protagónico, ya que es una fuente de inspiración permanente para construir una sociedad más justa, más humana y solidaria en la cual todos tengamos como norte el bien común de la sociedad venezolana en especial. Para nosotros, los guayreños de estos tiempos, es grato presentar en esta Asamblea Nacional Bolivariana, realizada en tierra de procera de historia y de hombres y mujeres que lucharon por la causa de la independencia, esta breve semblanza una antecesora que ocupa un lugar privilegiado por las luchas por la libertad. -------------------------------------------------------------------------------------------------------- Ponencia presentada en Maturín, Edo. Monagas, por Rubén Contreras en ocasión de Celebrarse la Asamblea Nacional Bolivariana del 25 al 28 de octubre de 2008. Una Vida, Una Causa para vivir: La Libertad Breve semblanza de las penurias de la heroína guayreña Josefa Joaquina Protomártir por la libertad.
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