Lena entró en el pequeño salón habilitado como sala de conferencias, donde ya estaban sentados otros miembros de la tripulación, encabezados por el capitán Leónidas. En esa reunión se decidiría el destino de los astronautas rescatados la semana anterior de una pequeña nave de exploración a la deriva. Lena saludó y se sentó. Era una mujer menuda y de aire resuelto que encabezaba el departamento médico de la nave nodriza Amaltea. Antes de hablar se aclaró la garganta. Se suponía que el aire continuamente reciclado de la nave fuera totalmente seguro, pero la doctora jefa con el tiempo había desarrollado una alergia a alguno de los componentes del ambiente, lo cual le causaba repetidos estados de irritación en la laringe. Esta debía haber sido su última rotación, pero le habían pedido que se quedara, pues aún no habían podido hallar un reemplazo. No había mucho atractivo en servir en una nave nodriza, navegando furtivamente durante años en los confines del espacio explorado. Leamos este cuento:Náufragos del Planeta Negro, de Rinaldo Acosta, publicado en el número 50 de la revista. https://revistakorad.wordpress.com/2025/05/14/naufragos-del-planeta-negro-rinaldo-acosta/