Dos generaciones perdidas, ese el legado oculto del Frente Amplio. Durante los 15 años de gobierno del Frente Amplio, dos generaciones enteras de jóvenes fueron abandonadas a su suerte. No se supo, no se quiso o no se pudo entender sus verdaderas necesidades. Se falló en lo más esencial, la educación, salud, trabajo, oportunidades reales. Y cuando el Estado se ausenta, otros ocupan su lugar. Así fue como el crimen organizado, especialmente el narcotráfico, se convirtió en la única referencia y salida para miles de jóvenes. Porque donde no está el Estado, manda la delincuencia. Y eso fue exactamente lo que ocurrió en los barrios más postergados del país. El Frente Amplio no llegó con políticas reales de inclusión ni con un proyecto de vida para esos jóvenes. En cambio, los empujaron al margen del sistema y los dejaron a merced del narco, de la delincuencia que sí estuvo presente, sí escuchó, sí les ofreció un “camino”, uno violento, criminal y sin retorno. Esa ausencia sistemática del Estado no solo en seguridad, sino también en educación, cultura, deporte y salud mental, adicciones, fue el mejor caldo de cultivo para que el crimen echara raíces. Hoy sufrimos las consecuencias de homicidios en adolescentes, de menores reclutados para sicariato, y barrios enteros tomados por el miedo. ¿Quién se hace cargo de esto? ¿Quién asume la responsabilidad por esas vidas truncadas, por esos jovenes muertos o presos antes de cumplir 20 años? El Frente Amplio tuvo tiempo, poder y recursos. Lo que no tuvo fue rumbo y el resultado está a la vista. EHM