🔥𝑬𝒏𝒄𝒊𝒆𝒏𝒅𝒆 𝒕𝒖 𝒍𝒂𝒎𝒑𝒂𝒓𝒂🪔
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June 19, 2025 at 11:00 PM
- *DÍA* 6️⃣/3️⃣1️⃣ - *Por:* Charles Sproul - 🔥 *¿PUEDO CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS?* 🔥 CAPÍTULO: 1️⃣/4️⃣ - TEMA: *ALERGIA A LA RESTRICCIÓN* “Que cada uno haga lo suyo”. Este cliché de la década de 1960 caracteriza el espíritu de nuestra era. La libertad se equipara cada vez más al derecho inalienable de hacer lo que a uno le plazca. Esto conlleva una alergia inherente a las leyes restrictivas, ya se trate de las leyes de Dios o de los hombres. Esta invasiva actitud anti-ley o antinomiana tiene similitud con la época bíblica que provocó el juicio de Dios porque “cada quien hacía lo que le parecía mejor” *(Jueces 17:6)* . El mundo secular refleja esta actitud en la afirmación “el gobierno no puede legislar la moralidad”. Se concibe la moralidad como un asunto privado, fuera del dominio del estado e incluso de la iglesia. Ha ocurrido un cambio tan sutil en el significado de las palabras que muchos no lo han advertido. La intención original del concepto “no se puede legislar la moralidad” era expresar la idea de que la aprobación de una ley que prohibiera determinado tipo de actividad no necesariamente eliminaría esa actividad. El punto de la frase era que las leyes por sí mismas no producen obediencia a esas leyes. De hecho, en algunas ocasiones, la prohibición legal de ciertas prácticas solo ha incitado una mayor transgresión de la ley establecida. La prohibición de bebidas alcohólicas es un ejemplo. La interpretación contemporánea de legislar la moralidad difiere de la intención original. En lugar de decir que el gobierno no tiene la capacidad de legislar la moralidad, se está diciendo que al gobierno no se le permite legislar la moralidad. Eso significa que el gobierno debería permanecer al margen de cuestiones morales tales como la regulación del aborto, prácticas sexuales pervertidas, matrimonio y divorcio, entre otras, pues la moralidad es un asunto de conciencia en el ámbito privado. Que el gobierno legisle en estas áreas se percibe como una invasión a la privacidad por parte del estado, lo cual representa una negación de las libertades básicas de la persona. Si llevamos este tipo de razonamiento a su conclusión lógica, le dejamos poco que hacer al gobierno. Si el gobierno no puede legislar la moralidad, su actividad estará limitada a determinar los colores de la bandera, la flor nacional y quizá el ave nacional. (Sin embargo, incluso los asuntos de flores y aves pueden considerarse morales, pues tocan cuestiones ecológicas, que en definitiva tienen un carácter moral). La amplia mayoría de los asuntos que conciernen a la legislación son, de hecho, de carácter definitivamente moral. La regulación del homicidio, el robo, y los derechos civiles es un asunto moral. Cómo opera una persona su automóvil por la carretera es un asunto moral, pues tiene relación con el bienestar de los demás transeúntes. Las cuestiones relativas a la legalización de la marihuana a menudo se enfocan en el hecho de que una mayoría de ciertos grupos etarios están violando la ley. El argumento es el siguiente: dado que la desobediencia está tan extendida, ¿no está ello indicando que la ley es mala? Tal conclusión es un craso sinsentido. Si la marihuana debe despenalizarse o no, no debería determinarse por los niveles de desobediencia civil. El punto es que un vasto número de estadounidenses refleja un espíritu antinomiano en relación a la marihuana. Es difícil que tal desobediencia esté motivada por nobles aspiraciones a una ética superior suprimida por un gobierno tirano. Aquí la ley se transgrede por una cuestión de conveniencia y apetito físico. Al interior de la iglesia, muy a menudo ha prevalecido el mismo espíritu antinomiano antinomiano. El Papa Benedicto XVI enfrentó el bochornoso legado de sus predecesores cuando trató de explicarle al mundo por qué la mayoría de sus adherentes estadounidenses les dicen a los encuestadores que practican formas artificiales de control de natalidad siendo que una encíclica papal prohíbe explícitamente tales métodos. Uno debe preguntar cómo es que la gente puede confesar su creencia en un líder “infalible” de su iglesia y al mismo tiempo rehúse obstinadamente someterse a ese líder. Dentro de las iglesias protestantes, las personas frecuentemente se enojan cuando se les llama a la responsabilidad moral. A menudo declaran que la iglesia no tiene derecho a inmiscuirse en su vida privada. Lo dicen a pesar de que en sus votos de membrecía se comprometen públicamente a someterse a la supervisión moral de la iglesia. El antinomianismo debería ser más escaso en la comunidad evangélica que en cualquier otro lugar. Lamentablemente, los hechos no concuerdan con la teoría. El “evangélico” típico es tan indiferente a la ley de Dios que las fatales profecías que Roma vociferó contra Martín Lutero están empezando a cumplirse. Algunos “evangélicos” en efecto usan la justificación solo por fe como licencia para pecar; estas personas solo pueden ser consideradas adecuadamente como seudo-evangélicas. Cualquiera que tenga el conocimiento más rudimentario de la justificación por fe sabe que la fe auténtica siempre se manifiesta en un celo por la obediencia. Ningún cristiano sincero pude llegar a tener una actitud displicente hacia la ley de Dios. Aunque la obediencia a tales leyes no causa la justificación, la persona justificada ciertamente se esforzará por obedecerlas. Por cierto, hay ocasiones cuando los mandamientos de los hombres están en una trayectoria de colisión con las leyes de Dios. En tales casos, los cristianos no solo pueden desobedecer a los hombres, sino que deben desobedecerlos. Aquí no estoy hablando de asuntos morales aislados sino de actitudes. Los cristianos deben ser especialmente cuidadosos en esta era de antinomianismo para que no los atrape el espíritu de la época. No somos libres para hacer lo que a nosotros nos parezca bien. Estamos llamados hacer lo que es bueno delante de Dios. La libertad no debería confundirse con la autonomía. En tanto que el mal exista en el mundo, la restricción de la ley será necesaria. Es un acto de gracia el que Dios instituya el gobierno, el cual existe para restringir al malhechor. Existe para proteger al inocente y al justo. Los justos están llamados a apoyarlo tanto como les sea posible sin comprometer su obediencia a Dios. 𝐠𝐫𝐚𝐜𝐢𝐚𝐬 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐥𝐞𝐠𝐚𝐫 𝐡𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐚𝐪𝐮𝐢, 𝐦𝐚ñ𝐚𝐧𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐢𝐧𝐮𝐚𝐦𝐨𝐬!🔥🪔
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